Paysandú, Sábado 19 de Julio de 2014
Opinion | 13 Jul La necesidad de lograr un medio ambiente sustentable no es solo preocupación de grandes, ni tampoco resultan ser los únicos en presentar buenas ideas. Ismael Costa responde en un ensayo a la pregunta ¿Qué es una vida sustentable?, surgida en una propuesta de la organización The Living Rainforest, que en un concurso internacional lo seleccionó como ganador a nivel mundial en la instancia final con participación de 19 países.
Lo destacable es que Ismael es un niño uruguayo de 10 años que explicó la sustentabilidad a partir de su propio ejemplo, como un padre del futuro que festeja el cumpleaños número 10 de su hijo/hija.
En su trabajo, hace referencia al transporte público limpio como sendas para bicicleta que utilizarán los amigos de su hijo para llegar a la fiesta. Allí presentarán regalos en papel reciclado y “nadie traerá un arma de juguete, porque las armas no son juguetes, ¡y porque nada tienen que ver con la sustentabilidad!”, dice Ismael.
El festejo se hará en un edificio que haga uso responsable de su energía eléctrica y agua, al tiempo que los residuos serían clasificados, según su condición.
Ismael reconoce al final de su ensayo que “algún día el sol dejará de brillar”, pero para ese momento se habrá aprendido a vivir “en otros planetas de manera sustentable” para que su descendencia pueda continuar celebrando tal como lo haría él con su hijo.
El mensaje doblemente aleccionador propone un mejor hábitat a partir de lo cotidiano en un niño de 10 años y predispone a escuchar la interpelación de una generación que tendrá el timón del planeta dentro de poco tiempo y que deberá manejarse de acuerdo a lo que le dejemos.
Si dejamos intolerancia y discursos políticos en asuntos que se imponen sin otras razones que intereses empresariales o que aportan en tiempos electorales, esa será entonces la semilla que crecerá en la cabeza del hombre del futuro.
Y si debatimos a partir de un punto de encuentro que aporte a la “sustentabilidad” de los recursos y --por qué no--al razonamiento, donde todas las partes se escuchen y respeten, sin manos de yeso que voten, eso también prenderá en la generación de Ismael.
Pero su ensayo no ha sido una expresión de deseo, sino el firme convencimiento de que el entorno en el cual le tocará vivir a ambos será sustentable. Por eso, este niño uruguayo da por hecho que se están haciendo las cosas bien.
Es el deseo de no defraudarlo para que cuando su hijo cumpla 10 años, no tenga que mostrarle este ensayo y decirle tristemente: “este era el mundo que imaginaba para vos”.
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