Paysandú, Sábado 19 de Julio de 2014
Opinion | 16 Jul La VI cumbre del grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que se desarrolla desde ayer en Brasil, tiene en esta ocasión el ingrediente adicional de que uno de sus integrantes, Rusia, ha ingresado en un creciente aislamiento frente al mundo occidental, a partir del conflicto con Ucrania, y este conglomerado aparece por lo tanto en buena medida como un salvavidas para superar el aislamiento, y Moscú apela a la diplomacia multipolar defendida por los países emergentes.
Los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff, de China, Xi Jinping, y de Sudáfrica, Jacob Zuma, y el primer ministro indio, Narendra Modi, recibieron ayer en Fortaleza y hoy en Brasilia la llegada del presidente ruso, Vladimir Putin, aislado en el escenario internacional y excluido del Grupo de los 8 (G8) debido a la crisis con Ucrania.
En esta oportunidad, según Oliver Stuenkil, profesor en Relaciones Internacionales en la Fundación Getulio Vargas de San Pablo, “los Brics han demostrado que Occidente no puede marcar el paso a los emergentes, incluso en temas geopolíticos cruciales”.
Estos países rechazaron participar en los esfuerzos llevados a cabo para aislar a Rusia. Mostraron que no creen en las sanciones, agregó Stuenkel, al estimar que los países del Brics habían incluso “logrado evitar la exclusión de Rusia del G20”, club de países desarrollados y emergentes.
La idea de Moscú es que se alcance una postura común que vaya en la misma línea que la adoptada por la ONU, donde en marzo los Brics se abstuvieron de votar contra la anexión de Crimea a Rusia. Vadim Lukov, coordinador del ministerio ruso de Asuntos Exteriores para los Brics, aseguró en aquel momento que el caso ucraniano “contribuyó a una consolidación de la alianza”.
Por su lado, otros observadores internacionales evaluaron que para Putin es una satisfacción ver, en la cumbre de los Brics, “que ante una cierta solidaridad occidental, hay una clara diferencia con sus aliados”. Bertrand Badie, investigador en el Centro de Estudios y de Investigaciones Internacionales de París, destaca la “neutralidad” de China, que acostumbraba ser “muy puntillosa en materia de integridad territorial”, mientras que “Brasil e India permanecen más discretos, al igual que Sudáfrica”.
Es que en los Brics hay intereses comunes a preservar, más allá del componente político, aunque hay matices que ilustran los intereses de cada país en su relación bilateral con Rusia.
Durante esta cumbre, precisamente los Brics pretenden lanzar su propio banco de desarrollo y un fondo de reserva, lo que demuestra una voluntad en común de autonomía frente a las instituciones internacionales. No obstante, este banco de los Brics no podría responder al impacto de sanciones más duras sobre las actividades financieras cotidianas de Rusia, y en caso de sanciones anti rusas sobre tecnologías los Brics serían incapaces de brindar ayuda al respecto, porque las realidades económicas mandan.
Es indudable que en un mundo altamente globalizado, no puede evitarse que situaciones que se den en algún país de fuerte economía, como es el caso de Europa y Estados Unidos, repercutan en otras naciones que --si bien no dependen directamente de lo que allí ocurra-- se ven afectadas como proveedores y eventualmente compradores, en un intercambio comercial que es muy fluido e interdependiente.
En su momento, la crisis de 2008 en Estados Unidos repercutió directamente en Europa y solo tuvo una repercusión pasajera en Uruguay y la región, teniendo en cuenta que en último caso se trata de proveedores de materias primas y compradores de productos terminados, pero sobre todo de origen chino y asiático.
En realidad, se mantuvo una situación más o menos estable, o por lo menos con menos deterioro, por las compras de China, que es a la vez abastecedora de las naciones desarrolladas, donde tiene sus grandes mercados, aunque con buenos nichos en naciones emergentes y subdesarrolladas.
Los países emergentes se han nucleado en el denominado Brics, un grupo que ha crecido sustancialmente en sus economías en los últimos tiempos, por su condición de abastecedores pero también por ser destino de grandes inversiones en el área de la industria, fundamentalmente, aunque siempre dependiendo de que haya demanda en el mundo desarrollado, de donde provienen los capitales de inversión que hacen puentes para colocar lo que producen afuera de sus países.
Argentina pretende ingresar a este grupo emergente, pero ya Brasil se ha encargado de advertirle su escaso interés de que ello suceda, argumentando –con buenas razones— que las políticas proteccionistas que aplica Argentina no tienen nada en común con la postura del bloque, y que por ahora no es posible acceder a esta solicitud.
A partir de la crisis en Europa y Estados Unidos, se ha generado un enlentecimiento en los países Brics con un panorama en los “emergentes” que indica que por ahora no va a ser posible que sigan con las mismas tasas de crecimiento. Pero evidentemente Rusia ha redirigido su política hacia la región, apoyada en los Brics, y ofrece por ejemplo asistencia tecnológica y venta de equipamiento con vistas a promover inversiones rusas en energía y infraestructura, así como aumentar sensiblemente el intercambio comercial. Esto indica que la apuesta a los emergentes forma parte de la contraofensiva de Moscú, con apoyo de los demás integrantes del grupo, para generar una diplomacia autónoma y multipolar y --en lo posible-- concretar el instrumento de un banco de desarrollo propio.
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