Paysandú, Domingo 20 de Julio de 2014
Opinion | 13 Jul Mal que nos pese, estamos en una región que tiene sus complicaciones, en la que la situación de nuestros dos grandes vecinos --nada menos que las dos economías más grandes del subcontinente-- impacta directa o indirectamente en nuestro país, a la luz de experiencias que hemos sufrido en carne propia muchas veces en crisis importadas que nos sacuden.
Es cierto, los problemas de nuestros vecinos nos impactan porque somos vulnerables y en gran medida argentino-dependientes, como lo somos también del Brasil, porque ambos mercados son destinos clave para nuestras exportaciones y a la vez de nuestras importaciones. Se genera así una corriente de intercambio comercial que si bien se ha reducido porcentualmente en los últimos años porque se ha incorporado un cierto grado de diversificación, significa que lo que ocurra cercano a nuestras fronteras tendrá algún efecto, aunque menor que hasta no hace muchos años.
También debemos tener presente que en ocasiones hemos sido favorecidos por problemas puntuales de los dos vecinos, y hemos sido así refugio de capitales que han huido de la voracidad fiscal del gobierno de Buenos Aires, así como también de productores agrícolas que han traslado sus inversiones al Uruguay, arrendando y comprando campos para producir soja, entre otras alternativas.
Pero la vulnerabilidad está siempre presente, por más que desde la Administración Vázquez primero y la de Mujica luego se insista en que estamos “blindados” y en situación mejor que la de la crisis de 2002, porque en estos casos nadie tiene la bola de cristal para inferir lo que puede pasar, cuando además los mercados son turbulentos en las crisis, las expectativas cambian y aparece el síndrome del sálvese el que pueda, por encima de todo lo demás.
Recientemente el ministro de Economía y Finanzas de nuestro país, Mario Bergara, destacó que en los últimos meses Argentina inició “un camino en la dirección correcta” y que ahora, el fallo negativo en el juicio que tiene contra los fondos buitre “genera incertidumbre”.
Para Bergara, el “camino en la dirección correcta” de Argentina se dio “en varios de los aspectos que implicaban su proceso económico y su inserción a nivel internacional” como recomponer “vínculos con el mundo” asociados “al manejo fiscal, a la información sobre precios, crecimiento” y “el acuerdo con el Club de París” para pagar la deuda en default. Esas declaraciones se dieron ante la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, según la versión taquigráfica de la reunión, que recoge El País.
El secretario de Estado aclaró que siempre ha sido “crítico de todo lo que ha afectado a la economía uruguaya: las restricciones para el acceso a divisas y de importaciones, y otras decisiones vinculadas a los puertos”, pero el camino en “la dirección correcta” que según el ministro sigue Argentina, choca con “la decisión adversa del fallo judicial” en la causa contra las fondos buitre por deuda en default, “cae en un mal momento y genera incertidumbre, lo que no es bueno”, según evaluó.
“Ojalá esta situación se pueda sobrellevar sin mayores consecuencias. Esperemos que lo antes posible se adopte una línea de acción que resuelva la cuestión asociada a esta decisión judicial y que reduzca rápidamente la incertidumbre”, agregó Bergara. Pese a ello, “todos los indicadores muestran que la economía argentina creció a partir del fallo judicial”, añadió.
En el caso de Uruguay se está “atento” a “cada repercusión”, y el ministro aseguró que “no va a haber impacto macroeconómico ni nada por estilo. Hemos mitigado las vulnerabilidades y los riesgos, y hemos construido una plataforma razonable para sobrellevar estas situaciones”.
Estas reflexiones del ministro igualmente deben tomarse con pinzas, no tanto por lo que dice sino por lo que no dice, y porque además estamos en tiempos electorales, y por lo tanto el secretario de Estado no solo tiene como objetivo tranquilizar a los mercados, para no alentar expectativas negativas que nunca faltan precisamente por problemas internos del país --como el déficit fiscal por exceso de gasto público-- sino también para no dar argumentos para cuestionamientos desde la oposición en este especial momento político.
Por ello el jefe del equipo económico de gobierno ha cambiado en alguna medida el discurso que tenía hasta hace pocos meses, teniendo en cuenta que en febrero de este año en una entrevista con el programa En Perspectiva de radio El Espectador dijo que en Argentina “no está claro el rumbo” y “no está muy claro quién está al mando ni la lógica de conducción” (no las personas sino la orientación de la política económica), como así tampoco está claro “en qué punto va a estabilizarse”.
Dijo entonces que cuando un país limítrofe está en situación de tal volatilidad o falta de una perspectiva clara “difícilmente la solución sea tratar de seguirlo adonde vaya, hay que esperar a que haya una mayor noción de por dónde se va a estabilizar la situación en Argentina para tener clara la toma de decisiones”.
El punto es que efectivamente, Argentina está adoptando decisiones que en buena medida significan una rectificación –muy tardía-- de rumbos respecto a la postura que tenía ante el mundo financiero hasta no hace mucho, que había hecho que fuera prácticamente un paria sin crédito internacional. Pero todavía queda mucho camino por recorrer, muchas medidas proteccionistas para desmantelar, muchas medidas voluntaristas que dejar atrás, muchos subsidios para descartar y otras acciones para sincerar la economía.
Y mientras ello no ocurra, seguiremos planteándonos la incertidumbre sobre el rumbo que adoptará Argentina y en qué medida nos afectará, porque seguimos lejos del supuesto “blindaje”.
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