Paysandú, Lunes 21 de Julio de 2014
Opinion | 20 Jul En junio la Organización Mundial de la Salud (OMS) instaló la Comisión para el Fin de la Obesidad en los Niños y las últimas cifras publicadas por el organismo señalan que la cantidad de niños afectados se disparó de 31 a 44 millones a nivel mundial. Si la tendencia se mantiene, en 2025 habrá 75 millones de involucrados en esta problemática, que recibe el aporte de otros fenómenos sociales como el “síndrome de la pantalla” y que los expertos explican como la consecuencia de exponerlos a largas horas frente a la TV o computadora, además de la malnutrición.
Para la OMS no existe un consenso en el mundo sobre la prevención de la obesidad infantil y la recientemente creada comisión presentará un informe que contiene las mejores prácticas.
Sin embargo, un grupo de ONG lanzó una campaña el año pasado orientada a los líderes del G8, donde solicitan aumentar la ayuda a las familias más pobres del mundo. En su eslogan, la campaña asegura que hay suficiente comida para todo el mundo, pero no todos acceden al alimento y sostiene que cada 15 segundos muere de hambre un niño.
En los últimos años han aumentado las estadísticas de muertes por segundo y en este caso los referentes de la campaña dividieron el número de segundos en un año entre el número de muertes, que en 2011 –por ejemplo-- fueron más de tres millones.
Los orientadores del menaje opinan que las grandes cifras son difíciles de imaginar o visualizar, por eso utilizan los mecanismos que dividen por el tiempo transcurrido. Como sea, aunque existan diferentes opiniones en referencia a las cifras, la problemática de la alimentación tiende a polarizar –aún más-- al planeta.
Incluso la FAO calcula que el 12% de la población mundial padece hambre crónica, según cifras publicadas a finales del año 2013.
Ninguno de los dos problemas ha tenido una resolución, sino que por el contrario se han multiplicado por diversos factores y continúa dividiendo a las sociedades. En medio de estas situaciones se encuentran los estados, que están mal valorados por las comunidades en el papel que desempeñan para solucionar el flagelo y las ONG, que cuentan con el aporte y la confianza de las sociedades en la lucha eficaz del problema.
Los conflictos armados, las catástrofes naturales y los elevados precios de los alimentos son las principales causas y si se mantiene la tendencia, entonces habrá fracasado en algunas regiones del planeta uno de los “objetivos del milenio” que plantea una reducción del hambre a la mitad en 2015.
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