Opinion | 21 Jul Desde distintos ángulos, pero en forma sugestiva, surgen voces que coinciden en señalar que el Mercosur tiene gruesas fallas que no se han corregido con los años, y uno de quienes han señalado recientemente tales deficiencias es el propio presidente José Mujica, quien en declaraciones formuladas en Brasil reconoció que se ha fallado en el uso de este instrumento regional para la integración, a la vez de considerar que una de las fallas radica en que no funcionan ni medianamente bien siquiera los organismos de conciliación y de arbitraje de controversias.
Mujica dijo en una entrevista publicada por el diario Folha de Sao Paulo que el Mercosur está “estancado” y “sus organismos de arbitraje no funcionan”, tras participar la semana anterior en Brasilia en un encuentro entre los líderes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el grupo BRICS.
Para el mandatario uruguayo “los intereses empresariales todavía son muy fuertemente nacionales y no pugnan por encontrar una integración” en esa asociación de países. En la entrevista, el presidente también se refirió a la “actitud imperialista de Brasil” y señaló que aunque es un país grande, el gigante latinoamericano es consciente de que “necesita de un todo para acompañarlo en el intento de hacer algo en la negociación mundial”.
Sostuvo que “ya no es tiempo de colonizar” y la burguesía paulista, la más fuerte económicamente, debería “juntar aliados e intentar ir construyendo un sistema de empresas transnacionales latinoamericano”.
Sin embargo, explicó, lo que hacen es “fagocitar”, es decir, atraer a las empresas para luego absorberlas. Para Mujica esto es un error, que les crea enemigos. “No anda bien el Mercosur porque hay visiones encontradas, distintas” explicó y agregó que “la institucionalidad real del Mercosur no funciona, funcionan las cancillerías presidenciales”.
Mientras tanto, en lo que refiere al relacionamiento internacional del bloque sudamericano, y concretamente en cuanto a las gestiones que desde hace años se llevan adelante por un acuerdo con la Unión Europea, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, llamó a que Europa y el Mercosur formalicen el acuerdo de libre comercio que está en negociación desde hace más de una década, y subrayó que “el Mercosur y la UE tienen 15 años de novios. ¿no será momento de dar un paso al frente y tornar la relación más oficial?”.
“Estoy convencido de que es el momento de dar el sí”, afirmó en un discurso en la Universidad de Brasilia, donde recibió el título de doctor Honoris Causa, a la vez de considerar que “Brasil tiene aquí un papel de liderazgo, sabemos que quiere avanzar, pero también sabemos que no decide solo y que los ritmos de otros miembros del Mercosur son diferentes”, posiblemente en alusión a la Argentina, un país que practica una política económica proteccionista, y que en sus intervenciones ha interpuesto obstáculos para concretar un acuerdo ante sus exigencias en materia comercial que no coincide con las de Brasil, Paraguay y Uruguay. El avance entre la UE y el Mercosur en estos momentos está dependiendo de un intercambio de propuestas que debía haberse concretado en diciembre, pero que está atrasado, aunque Brasil ha señalado que el documento del Mercosur está prácticamente listo, pero no así el europeo. Barroso ha manifestado al respecto que estudios muestran que un acuerdo con la UE “traería a los países del Mercosur un crecimiento del PBI del orden de los 5.000 millones de dólares, y las exportaciones hacia Europa podrían aumentar un 40 por ciento”, aunque naturalmente, todo acuerdo comercial es un camino de ida y vuelta, y también hay un volumen de importaciones posibles a tener en cuenta para mantener el equilibrio.
Sin dudas que en el caso de Uruguay, entre otros sectores a beneficiar tenemos al de los cítricos, que han pasado a pagar un fuerte arancel que volvería a ser reducido de concretarse este acuerdo, y que por lo tanto podrían ingresar con mejores precios tras la pérdida de competitividad por nuestros costos internos medidos en dólares.
Pero existe, tal como se desprende de las expresiones recientes de Mujica, un notorio desencanto ante las expectativas que se habían creado en cuanto al bloque regional, y es así que el gobierno uruguayo había reafirmado una y otra vez, desde el gobierno de Tabaré Vázquez, que Uruguay debe apostar a “más y mejor Mercosur”.
La realidad indica que no solo no hemos tenido más y mejor Mercosur, sino que ha sido un cada vez peor Mercosur, y más aún --teniendo en cuenta lo que sostiene Mujica-- debe tenerse presente que el acuerdo regional no funciona no solo porque no haya institucionalidad, sino que ésta no se respeta, sobre todo por la Argentina, y no hay establecidos mecanismos sancionatorios reales --por lo menos que se cumplan-- para quien no se atenga a este ordenamiento institucional.
Por lo demás, uno de los mayores problemas en el bloque radica en que Uruguay, Argentina y Brasil han llevado a que el Mercosur funcione como un club de amigos, priorizando las afinidades ideológicas por sobre el ordenamiento jurídico, y mal puede sostenerse ahora por el titular del gobierno uruguayo que el Mercosur debe ajustar aspectos inherentes a las órganos que dirimen las diferencias, cuando recientes decisiones del bloque acordadas por los tres países mencionados respondieron a la consigna de que “lo político está por encima de lo jurídico” en el Mercosur.
Por cierto que hace rato que al Mercosur le llegó la hora de las definiciones, no ha funcionado nunca como un instrumento de desarrollo del intercambio comercial, la integración y la complementación entre producciones de la región, pese a las expectativas iniciales, y mucho menos lo ha hecho en los últimos años, cuando el objetivo de promover el intercambio comercial y promover la integración entre los socios dio paso a los intereses político-ideológicos y al club de amigos regional.