Paysandú, Sábado 26 de Julio de 2014
Opinion | 26 Jul El Ministerio de Educación y Cultura (MEC) fue sede del lanzamiento, hace pocas horas, de un programa de apoyo y fortalecimiento de experiencias de huertas comunitarias urbanas, oportunidad en la que el director general de Secretaría del Ministerio, Pablo Alvarez, y el referente del programa, Carlos Brasesco, expusieron los alcances de la iniciativa.
Se trata del programa Plantar es Cultura, que según sus promotores apuesta a promover la integración social, generar hábitos de trabajo y establecer un vínculo más responsable con la alimentación saludable.
Precisamente la idea surgió de principios de año, luego de relevar y evaluar los antecedentes de las propuestas vinculadas al tema de huertas urbanas con instituciones y programas públicos, las actividades desarrolladas en las escuelas y la experiencia vivida durante la crisis de 2001, cuando fue frecuente que familias con problemas de ingresos se volcaran al cultivo de hortalizas a efectos de paliar las consecuencias de la crisis en la economía familiar.
Para la consolidación de este programa, el Ministerio de Educación y Cultura habrá de cumplir un rol coordinador entre las experiencias existentes como forma de asegurar un mayor impacto a nivel público, garantizar recursos y propiciar una mejor calidad de vida, en tanto en lo que respecta a la instrumentación, una vez se detecte el interés por participar, uno de los elementos que se propone es generar un kit inicial básico con recursos para el inicio de la producción, que tendrá herramientas y semillas, además de apoyo en conocimiento, gestión e intercambio.
Sin dudas que la experiencia de huertas comunitarias y familiares tuvo su explosión en nuestro país durante la crisis de 2001, cuando incluso se generaron clubes de intercambio o trueque, donde ante la carencia de medios para la compra de productos o bienes por determinados sectores de la población, se generaron ámbitos en que se podía llegar a obtener lo deseado sin la erogación de dinero o pagando una diferencia mucho menor que la que se necesitaría para su compra.
Al irse superando la crisis, estos instrumentos se fueron perdiendo, porque surgieron de una necesidad coyuntural, pero el hecho de que haya desaparecido el detonante ocasional no debe hacer perder de vista la importancia de contar con políticas de promoción de este tipo de huertas, que permiten no solo obtener hortalizas y frutas de consumo diario para abaratar el presupuesto familiar, sino a la vez generar hábitos de trabajo en comunidades donde hay integrantes con tiempo ocioso y que pueden ser rescatados de reuniones callejeras que no llevan a nada bueno, para capacitarse y aportar a la comunidad y al sustento de la propia familia.
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