Paysandú, Miércoles 30 de Julio de 2014

Desenterrando ideas delirantes

Opinion | 25 Jul Hace pocos días, desde la Argentina se reflotó un tema que todavía cuenta con algunos seguidores y hasta promotores en este lado del Río de la Plata, más precisamente en Montevideo, donde nació la idea de construir el faraónico puente Colonia - Buenos Aires, que fuera descartado como prioridad cuando el advenimiento de la Administración Vázquez.
La semana anterior, el diario Clarín de Buenos Aires indicó que la reciente visita a la Argentina del presidente chino Xi Jinping generó buen ambiente para reimpulsar la idea del puente. Se trata de una iniciativa privada que partió de empresarios argentinos y chinos y ha apuntado a la participación china a través de la constructora China Dalian Internacional Cooperation Group (CDIG) y en caso de materializarse en un proyecto debería ser aprobada por los parlamentos de ambos países.
El director de la Cámara Argentino-China, Carlos Spadone, dijo que el proyecto demandaría un período de construcción de no menos de dos años, y para dar vida al emprendimiento se dispondría de un crédito del Eximbank chino por unos 829 millones de dólares, en tanto el matutino porteño agregó que los representantes de la constructora Dalian que acompañaron al mandatario chino en su visita a Buenos Aires señalaron que disponen de unos 500.000 millones de dólares para invertir en iniciativas en el exterior.
Los antecedentes de la idea de unir Colonia con Buenos Aires a través de un puente de 42 kilómetros, que partiría desde la localidad de Punta Lara, datan de hace 28 años, cuando los presidentes de Argentina y Uruguay, Raúl Alfonsín y Julio María Sanguinetti, respectivamente, se pusieron de acuerdo para avanzar sobre el citado proyecto. Poco tiempo después este intento dio lugar a la formación de una Comisión Binacional pro puente Colonia- Buenos Aires, y en 1991, embalados con esta iniciativa que provenía de los gobiernos anteriores, los presidentes Carlos Menem y Luis Alberto Lacalle firmaron un llamado a licitación para elaborar el correspondiente proyecto, que fue descartado en 2005 por nuestro país, por decisión política de la administración del expresidente Tabaré Vázquez, y luego, en 2011, el gobierno de Kirchner también decidió abandonar la citada comisión binacional.
Debe tenerse presente además que tanto Uruguay como Argentina gastaron millones de dólares en sostener el funcionamiento de esta comisión por espacio de más de una década después de enterrado el proyecto, para una iniciativa que promovía establecer un corredor de desarrollo apoyado en el eje Buenos Aires-Montevideo-Rio de Janeiro, el que naturalmente, desde el punto de vista geopolítico, tiende acentuar las asimetrías en cada país, en desmedro del Interior.
En realidad, este proyecto nació en las dos capitales macrocefálicas a través de concepciones eminentemente centralistas, y no puede extrañar que la mayor oposición, en los dos países, partió desde las fuerzas vivas, emprendedores y dirigentes políticos del Interior, por considerar que la enorme inversión no agregaría ninguna infraestructura que propiciara el desarrollo, que tanto se necesita, a efectos de reducir las asimetrías y generar logística para los sectores productivos de base agropecuaria que son la base de la economía de nuestro país, por ejemplo.
Es decir que el intento que se procura recrear en algunos medios de Buenos Aires, es una iniciativa trasnochada y del más rancio centralismo, lo que pone de manifiesto la vigencia de grupos de poder que tienen una visión focalizada e interesada sobre hacia dónde deben dirigirse recursos en infraestructura en beneficio de sus concepciones.
En su momento, al descartar el puente, sin dudas que la administración Vázquez tuvo una decisión acertada en cuanto a revalorizar las prioridades en proyectos, y en este caso concreto se prefirió descartar lo que sería una reafirmación centralista por la faraónica obra que tendría sus beneficiarios solo en Montevideo y Buenos Aires, con el país real como el gran perjudicado.
Esta postura se mantiene también en la administración del presidente José Mujica, felizmente, por cuanto de acuerdo a lo señalado por una fuente de la Cancillería a El Observador, la propuesta ha sido descartada en el gobierno nacional, porque hay otras prioridades para atender.
Lo que es un buen dato, al fin de cuentas, solo que como bien sostiene el refrán, hay manos alternativas de cal y arena, porque por otro lado hay reafirmaciones del más notorio cuño centralista en la gestión de empresas públicas como Antel, que ha seguido avanzando en la construcción del Antel Arena en Montevideo, que nada tiene que ver con los intereses del país.


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