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Paysandú, Miércoles 30 de Julio de 2014

Fácil pérdida, difícil recuperación

Opinion | 29 Jul Desde el siglo XIX, se estima que el 60% del carbono almacenado en los suelos y la vegetación se ha perdido como resultado de los cambios de uso, como su destino como terreno para la agricultura y el crecimiento urbano.
De acuerdo a datos de la FAO, el primer metro de suelo de arcillas de baja actividad (la mayoría de los suelos de las tierras altas de los trópicos húmedos y subhúmedos) contiene aproximadamente 185 gigatoneladas de carbono orgánico, cantidad que duplica la del carbono orgánico almacenado en la vegetación amazónica. A través de las prácticas de manejo de suelo no sostenibles, este carbono podría ser liberado a la atmósfera, agravando el calentamiento global vinculado a la quema de combustibles fósiles. Para dimensionar estos datos, basta decir que la liberación de tan sólo el 0,1 por ciento del carbono almacenado ahora en los suelos de Europa sería equivalente a las emisiones anuales de 100 millones de autos.
Reunida recientemente en Roma, la asamblea plenaria de la Alianza Mundial por el Suelo aprobó una serie de planes de acción para salvaguardar los recursos del suelo que suponen la base para la producción agrícola mundial. Las recomendaciones incluyen la implementación de regulaciones claras y las inversiones correspondientes de los gobiernos para la gestión sostenible de los suelos.
¿Por qué debería importarnos este tema? Aunque a quienes viven en las ciudades éste pueda parecer un asunto lejano o de incumbencia de otras personas, lo cierto es que nos debiera interesar a todos porque el actual ritmo creciente de degradación del suelo amenaza la capacidad de las generaciones futuras para cubrir sus necesidades.
El área de suelos productivos del mundo es limitada y se enfrenta a una creciente presión de usos competitivos como la agricultura, la silvicultura y los pastizales, la urbanización, así como la producción de energía y la extracción minerales, según advirtieron los expertos en la referida reunión.
En América Latina, se estima que los suelos potenciales naturales para la agricultura intensiva ocupan sólo el 25 por ciento del continente. Sin embargo, su degradación es un desafío importante en la región. En Uruguay, uno de los problemas ambientales más relevantes es la erosión de los suelos, aunque poco se hable de ello.
El suelo es la base de la producción de alimento para las personas, raciones para animales, combustible y fibra y si se pierde no puede ser renovado en el curso de una vida humana. Voluntad política y control del Estado y la sociedad civil así como son elementos fundamentales --además de inversiones necesarias-- para mejorar el estado de nuestros suelos y detener su degradación a fin de asegurar que nuestras próximas generaciones tengan alimentos, agua, energía y materia prima, tal como advirtieron los representantes gubernamentales y expertos de la FAO.


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