Opinion | 25 Jul Con un mecánico no alcanzará. No habrá arreglo posible pues a este mundo no le falta tan solo un tornillo, como afirma la letra del tango de José María Aguilar, con música de Enrique Cadícamo. Es cierto que siempre ha habido conflictos, pero quizás lo que hoy ocurre solamente puede compararse con las situaciones vividas antes de las guerras mundiales.
No se trata de alarmar, pero sí de ver la realidad. Varias crisis amenazan la paz y seguridad de todo el mundo. Desde Medio Oriente, hasta Ucrania y los mares del Este y Sur de China. No tienen relación entre sí, pero sí pueden terminar conectadas por las alianzas entre países, que terminan luego detonando conflictos regionales.
Desde que la Unión Soviética invadiera a Afganistán en los ya lejanos 70, no se ha vivido una situación de peligro igual. La guerra civil siria se ha extendido a Irak, en tanto los movimientos terroristas islámicos han asumido un papel protagónico central, desde que ya no solamente se contentan con combatir contra el enemigo clásico, Occidente, sino que ahora se aprestan a luchar también entre sí.
China también aparece en el escenario belicista, pues vuelve sobre una serie de conflictos sobre los espacios marítimos, así como sobre algunas islas y archipiélagos emplazados en el Mar del Sur y en el Mar del Este de China, en torno a los cuales se sospecha que existen yacimientos de hidrocarburos. Ante esto, prudentemente, Vietnam, Taiwan y Filipinas buscan el apoyo de Estados Unidos, que ya no es la potencia que solía ser.
Japón ahora afirma que puede salir en defensa de sus vecinos asiáticos, en tanto --en la misma región-- Corea del Norte sigue empeñada en provocar y desafiar, actuando con desparpajo y en forma amenazante.
Rusia sigue debilitando a Ucrania y sosteniendo a los insurgentes separatistas, pero sin el apoyo del G-7 busca aliados a como dé lugar. Eso lo lleva a interesar a aquellos que quieren a toda costa debilitar el liderazgo estadounidense.
La guerra entre Israel y Hamás, en la Franja de Gaza, es una clara demostración del fracaso del proceso de paz en Medio Oriente y contribuye a acrecentar esa frustración en tanto aumenta la violencia.En América Latina, aún hay atisbos totalitarios disfrazados de democracia, que van camino a un nuevo fracaso económico y social.
¿Por qué ocurre todo esto? No hay una sino muchas causas. Es probable que no se conozcan todas, además. Pero sí hay una muy clara y es la falta de liderazgo internacional. Cuando no lo hay, lo que ocurre es que se generan conflictos que puedan generar un liderazgo. En tanto, el que sufre es el mundo entero, que pierde bastante más que un tornillo, y quienes en él habitamos. En regiones, viendo cada día en riesgo la propia vida, en otras, mirando desde lejos, pero con el convencimiento que esas luchas donde resentimientos y viejas y perimidas ideologías arden, pueden extender el fuego a todo el mundo.