Paysandú, Miércoles 06 de Agosto de 2014
Deportes | 04 Ago “Es verdad, cuando empecé a jugar nunca me imaginé esto. Tampoco estar jugando beach”, reconoció Florencia Rotti (17), la sanducera que el próximo domingo viajará a China integrando la delegación celeste que participará en los Juegos Olímpicos Juveniles.
Rotti, que representará a nuestro país en beach voley junto a la capitalina Lía Fortunatti, comenzó a jugar hace varios años con Mario Gómez, y luego pasó a Allavena, bajo las órdenes de Laura Álvarez. “Pero nunca me imaginé terminar jugando en la arena. Acá antes se hacían campeonatos, iba a alguno pero nada serio, y me empezó a justar. Había dos chicas que iban a Montevideo, una tenía un viaje de egresados y no viajó, así que me presenté, hicieron una preselección y quedé”, contó con relación a su comienzo en la disciplina, que hoy la lleva nada menos que a participar en unos Juegos Olímpicos.
La competencia en Nanjing será su más grande desafío deportivo aunque, claro está, el objetivo no pasa por subirse a lo más alto del podio. Con los pies sobre la tierra, Rotti sabe que “vamos a ir a hacer lo mejor, queremos ir a ganar, pero sabemos que habrá diferencias. Nuestro entrenador nos dice que cuando hablamos de China pensamos en que son todos bajitos, y en realidad los que juegan al vóleibol son enormes”.
Mientras la dupla espera que quede listo el equipo que lucirá en las arenas olímpicas, Rotti contó que la preparación no ha tenido descanso más allá de que, por ejemplo, el pasado fin de semana no pudo entrenar junto a su compañera, porque “está lesionada de un hombro”. “Igual salí a correr, porque no tengo con quién jugar”, aclaró.
La sanducera, que confiesa haber recorrido prácticamente todo el continente (“solo me falta Chile y Ecuador, pero habrá tiempo”, dice) a lo largo de la fase de clasificación, compitió en cinco de las seis etapas desarrolladas a nivel continental en búsqueda del pasaje a los Juegos.
“Fui a las dos primeras, luego me desgarré y falté a una, y volví para jugar al resto”, dijo. “Clasificaban seis duplas, veníamos terceras, pasamos al segundo puesto y terminamos clasificando cuartas”, agregó. Y recordó, por ejemplo, que en Bolivia se intoxicó con el agua todo el cuadro de participantes, en lo que fuera quizás la única mala experiencia de su trajín internacional.
Justamente el hecho de haber competido fuera de fronteras ha sido fundamental para poder llegar en buena forma a los Juegos. El mes pasado fue turno de viajar a Colombia para ser de la partida en una fecha del Circuito Sudamericano, por ejemplo. “Acá es difícil poder jugar porque no hay muchas gurisas a las que les guste el beach, ya que la mayoría prefiere el piso. Entonces no hay como foguearse, salvo en el verano, cuando se junta más gente. Pero en el resto del año es complicado”, indicó.
Y si es complicado entrenar, también lo es conjugar los entrenamientos y las participaciones internacionales con el estudio. “Tuve problemas con el liceo por los viajes y entrenamientos, e incluso un profesor llegó a decirme que tenía que elegir entre el deporte o el estudio, aunque el director habló y todo se solucionó. Se portó muy bien”, reconoció.
Pero se vienen los Juegos. Mientras piensa qué no debe faltar en la valija, confiesa que ya tuvo posibilidad de conocer a todos los integrantes de la delegación, que tuvo más contacto con el plantel femenino de hockey, con la representante de tenis de mesa y con otra sanducera, Dolores Moreira, que también será de la partida en los Juegos.
En lo deportivo, “estamos bien aunque no sabemos con lo que nos vamos a encontrar. Queremos hacer lo mejor posible, vamos a ganar, pero somos conscientes de las diferencias. Todavía no sabemos cómo se va a jugar el torneo, ni dónde. Vamos a tener unos días para practicar y la competencia dura una semana”.
Florencia aseguró que su padre Marcelo, exjugador de Peñarol y campeón de América, es un gran apoyo al igual que el resto de la familia, aunque está lejos de las exigencias. “Papá está contento, no me exige sino al contrario, es tranquilo. Me dice que voy a vivir una experiencia hermosa, pero nada más”, contó.
Rotti se ríe, imagina lo que se viene, ese viaje al otro lado del mundo y la posibilidad de jugar unos Juegos Olímpicos Juveniles. “No me lo imaginé nunca”, dice. Y asegura que será, sin dudas, la experiencia de su vida.
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