Paysandú, Sábado 09 de Agosto de 2014
Opinion | 06 Ago Este año, a partir del ingreso de las exportaciones de cítricos uruguayos a los Estados Unidos, luego de un primer año con colocaciones de partidas exploratorias, se concretaron los primeros embarques de mandarinas Satsuma y luego se incorporaron las Clementinas, variedad de fácil pelado, sin semillas y de muy buen sabor, en un salto diferencial de gran trascendencia para la citricultura uruguaya, al punto que se considera que el mercado ya está en vías de consolidarse y que el posicionamiento de la fruta nacional va mejorando.
Es así que en el primer semestre del año en curso, Estados Unidos se convirtió en el cuarto destino de mayor importancia para los cítricos uruguayos, con 2.995.383 kilos por un total de U$S 3.990.346, según lo indican los datos del instituto Uruguay XXI.
El tercer mercado de la fruta fue el Reino Unido, que compró 7.111.781 kilos por U$S 6.533.604; segundo la Federación Rusa con un total de 6.755.990 kilos por U$S 6.556.708 y en primer lugar se ubicaron los Países Bajos con una demanda de 9.173.135 por U$S 7.220.621.
Agrega el informe que en el semestre los cítricos uruguayos llegaron a 26 mercados, colocándose U$S 38 millones 565.868, lo que es un buen parámetro ante la coyuntura en curso, aunque hay muchos desafíos planteados, la mayoría de los cuales no son nuevos sino que son resultado de una ecuación interna de costos y por otro lado de la receptividad condicionada en los mercados internacionales.
Según indica El País, el sector aún tiene mucho para crecer todavía y para optimizar la producción. En ese sentido, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), a través de la Regional Salto Grande, trabaja para mejorar la competitividad y la producción del sector, a partir de las demandas y las necesidades identificadas por las empresas y los propios productores.
El director de la Regional Salto Grande, Fernando Carrau, explicó al matutino que, por ejemplo, el riego en citricultura “se usa bastante, pero estamos todavía a un nivel relativamente bajo. Hoy un 55% de la citricultura nacional tiene riego y aspiramos a tener un desarrollo más importante”. Por eso, el INIA está evaluando “las distintas formas de regar --determinar cómo se distribuye el agua-- y también en conocer los momentos más oportunos en que la planta precisa el agua”.
Explicó por ejemplo que hay que medir si es lo mismo poner agua cuando la planta está en crecimiento vegetativo, reproductivo o sobre el final de producción previo a la cosecha, y que “asimismo, estamos trabajando en la identificación de los volúmenes de agua que precisa la planta y en qué momento la precisa, en un enfoque donde se busca ser eficiente, efectivo y mejorar la competitividad”.
La investigación en citricultura, entre otros puntos, también abarca el desarrollo de nuevas variedades, apuntando a producir lo que el mercado está pidiendo, pero a la vez comprende la conservación, y la investigación también se centra en detectar procesos que eviten el deterioro de la fruta durante sus viajes.
Debe tenerse presente que este mercado se abrió en 2013 luego de casi 20 años de gestiones por las que se trató de acceder a un mercado muy favorable, teniendo en cuenta que promedialmente se pagan mejores precios que en la Unión Europea (UE).
En este 2014 se ha abierto un mercado incipiente que es una posibilidad cierta de mejorar precios, lo que es muy beneficioso para el país y sobre todo para Paysandú y Salto, que son los departamentos naranjeros por excelencia.
Por ejemplo, a partir de marzo de este año la producción citrícola cuenta en el Litoral con una mejora logística, a través del servicio de contenedores que opera desde el puerto de Paysandú, para su exportación en buques de ultramar desde el puerto de Montevideo, y como principio quieren las cosas, todo indica que se irán mejorando los costos y el aceitado de la logística para mejorar la competitividad en este aspecto importante de la cadena de apoyo al sector.
Pero sin dudas, el mayor problema de la citricultura se enmarca en la precaria ecuación costo-beneficio, por cuanto además de mercados externos que no siempre se muestran receptivos, los costos internos siguen creciendo en forma sostenida.
En Paysandú y Salto esta zafra de cítricos presenta diferencias sustanciales con el escenario de hace algunos años, en cuanto a rentabilidad y perspectivas para los exportadores. En los últimos años se ha acentuado la pérdida de competitividad de los cítricos uruguayos frente a los de los principales países competidores en el Hemisferio Sur, como son Chile, Perú y Sudáfrica, en un proceso sostenido, con crecientes costos de producción, además de frecuentes presiones sindicales, que incluso llevaron al cierre a empresas como Sandupay, citricultora pionera en el Uruguay.
La investigación que se encara con el apoyo del INIA, como señalara Carrau, no es tampoco un tema menor, sino que forma parte de la respuesta que debe darse a través del estudio en base a las condiciones de clima y suelos del país, así como la identificación de las mejores variedades, el uso del riego en etapas clave de la fase de la planta y la conservación y transporte de la fruta, que son parte de la cadena de costos y calidad del producto que se ofrece a los mercados más exigentes, y que refieren a la competitividad, nada menos.
Y sin dudas, cuando mencionamos desafíos, este es el aspecto clave en que deben situarse los desvelos, porque aun teniendo en cuenta los infaltables avatares internacionales, el cuello de botella de esta producción, como ocurre en otros sectores de actividad también, radica en los altos costos internos, por la alta incidencia de la mano de obra y los gravosos costos fijos, y la mejora logística por ahora, pese a su aporte positivo, no alcanza para compensar el deterioro de la ecuación y la afectación en la rentabilidad de las empresas.
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