Paysandú, Martes 12 de Agosto de 2014
Opinion | 09 Ago La Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó ayer una emergencia de salud pública de “alcance mundial” e instó a la comunidad internacional a movilizarse contra la epidemia de Ébola desatada en el oeste de África, y en este sentido el comité de urgencia de la OMS, que se reunió el miércoles y el jueves en Ginebra, “considera de forma unánime que se dan las condiciones” para declarar “una emergencia de salud pública de alcance mundial”.
De acuerdo a lo manifestado por la directora general de la organización, Margaret Chan, ante una situación que se agrava, “una respuesta internacional coordinada es esencial para frenar y hacer retroceder la propagación internacional del Ébola”.
Debe tenerse presente que no es frecuente que la OMS lance un alerta de estas características, pero estamos ante una epidemia que ha dejado desde principios de año más de 1.000 muertos entre los más de 1.700 presuntos casos detectados, al punto que es la “más importante y la más severa” en cuatro décadas.
Hasta ahora la OMS no decretó la cuarentena en los países afectados --Guinea, Liberia, Sierra Leona y en menor medida Nigeria-- para no agravar su situación económica, pero en cambio promueve severas medidas de control en sus puntos de salida. Los antecedentes inmediatos en estas acciones se remontan a la emergencia decretada en 2009 por la epidemia de gripe aviar en Asia, y el pasado mes de mayo por el desarrollo de la poliomielitis en Oriente Medio, pero son enfermedades con otras características y escenarios, que distan de la gravedad y potencial agresión del Ébola.
En este caso, si bien el comité excluyó imponer restricciones sobre los viajes o el comercio internacional, indicó que los “estados deben prepararse para detectar y tratar los casos de enfermos” y “facilitar la evacuación de sus ciudadanos, en particular el personal médico, expuestos al Ébola”.
El virus Ébola se transmite por contacto directo con sangre, líquidos biológicos o tejidos de personas o animales infectados y provoca una fiebre caracterizada por hemorragias, vómitos y diarreas. Su índice de mortalidad varía entre un 25 y un 90%, y si bien fue detectado hace ya varios años en lugares puntuales de África, en su momento se logró que los focos estuvieran concentrados en determinadas áreas, pero nunca se pudo erradicarlo. En países de extrema pobreza y en riesgo sanitario, como los mencionados del oeste de África, el virus se ha reactivado y por momentos aparece como incontenible dada su rápida difusión.
En el contexto internacional, la Unión Europea calificó de riesgo “muy débil” la propagación del Ébola en el continente europeo y subrayó que en el caso “poco probable” de que el virus alcance el continente europeo, están “preparados para hacerle frente”. Por su parte, el Departamento de Estado norteamericano recomendó el jueves a los estadounidenses aplazar cualquier viaje “no esencial” a Liberia, a causa de la enfermedad.
En nuestro subcontinente sudamericano, los enlaces con África no son ni por asomo tan densos como lo son con Europa y Estados Unidos, pero sí tenemos una cercanía marcada por el lado de Brasil, cuyo extremo Este está muy cerca en términos geográficos de la punta oeste de África --donde precisamente tienen mayor presencia los brotes de Ébola--, son el aeropuerto de Sao Paulo y Río de Janeiro los principales nodos de conexión entre los dos continentes. Por otra parte, Brasil se ha jugado mucho al desarrollo comercial y empresarial en África, en gran medida por su proximidad geográfica pero también por motivos culturales, ya que muchos países africanos son excolonias portuguesas.
Es decir que tenemos factores de riesgo agravados por nuestra cercanía con Brasil y la de éste –vistualmente-- con África, además de que nuestros vecinos del norte están en condiciones sanitarias y de vulnerabilidad que no tienen Europa y Estados Unidos para caldo de cultivo y difusión de esta patología. Ergo, la idea del ciudadano común de que estas son cosas que pasan muy lejos y que no nos rozan, dista un abismo del potencial peligro que se corre por estas latitudes, cuando además en un mundo globalizado todo está en pocas horas al alcance de la mano y no hay barreras físicas ni sanitarias cien por ciento seguras ni mucho menos.
Así lo entiende también el comité de la OMS, cuando subraya que los jefes de Estado de los países afectados tienen que decretar el estado de emergencia y “dirigirse personalmente al país para dar información sobre la situación”. Keiji Fukuda, subdirector general de la OMS encargado de la epidemia, explicó que las personas afectadas tienen que quedarse 30 días en cuarentena porque el tiempo de incubación del virus es de unos 21 días. El comité de la OMS también recomienda a todos los viajeros procedentes de los países afectados que se hagan un chequeo, respondiendo a un cuestionario y tomándose la temperatura, en los aeropuertos, los puertos y los principales puestos fronterizos.
Y en Uruguay, además, más allá que las condiciones sanitarias no son las que se dan en África y en los lugares más vulnerables de Brasil, felizmente, sí tenemos el componente negativo de una idiosincrasia de poco apego a las medidas de prevención, aún las más simples, porque asumimos que “estas cosas no nos pasan”. Ello explica que tengamos todavía en forma endémica casos de hidatidosis y de Mal de Chagas, por ejemplo, y que además esté en aumento la población del mosquito Aedes Aegypti.
Por lo tanto, es pertinente que desde ya pongamos las barbas en remojo y actuemos con responsabilidad, tanto las autoridades como la población, para no bajar los brazos y dejar flancos expuestos mientras estemos a tiempo.
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