Paysandú, Miércoles 13 de Agosto de 2014
Opinion | 10 Ago Dos actores relevantes del oficialismo, como una ministra y un dirigente sindical, demostraron señales de madurez ante irregularidades constatadas por la justicia en el ámbito de la salud que se precipitó con el procesamiento del exdirector en representación de los trabajadores en ASSE, Alfredo Silva, desnudando las debilidades de las actuaciones corporativistas y de las argumentaciones políticas que no laudaron la problemática.
Ambos protagonistas revelaron otro dato que se constata en diversos ámbitos: la actuación a modo de compartimentos estanco o “chacritas” bajo falsos parámetros y discusiones bizantinas.
Susana Muñiz concurrió el miércoles pasado al directorio de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, por mandato del Ejecutivo, con un mensaje claro y clave. La ministra de Salud debió recordar en esa instancia que el directorio es un cuerpo y debe actuar como tal, con controles incluidos.
El reclamo surgió a partir de la ausencia del representante de la oposición en la Cámara de Senadores, tras las instancias judiciales y ante la evidencia de que así como debió saber Muñiz lo que ocurría en esa dependencia, era relevante el contralor realizado por el miembro opositor.
Es precisamente la falta de controles y de propuestas las que generan ese corporativismo que ahora parece asustar a tirios y troyanos.
Jorge Bermúdez, dirigente de la Federación Uruguaya de la Salud (FUS) y representante de los trabajadores en la Junta Nacional de Salud (Junasa) rechazó la fragmentación política existente en el oficialismo, que demostró el cambio de tres ministros para una misma área y el incumplimiento de aspectos importantes de la reforma de la salud como una disminución en los tiempos de espera, rebaja de los tiques, mejor complementariedad entre lo público y privado y optimización de la movilidad territorial.
El sindicalista de larga data miró incluso hacia su propia interna y criticó la falta de madurez existente dentro del Pit Cnt para discutir la representatividad de los trabajadores en ASSE. Para Bermúdez puede ser un trabajador de otra rama de la actividad y no necesariamente de la salud, pero así como una reforma sanitaria acorde a los cambios y exigencias actuales no integra las discusiones electorales, tampoco se observa en el ámbito gremial.
En un país donde “la culpa es del otro” y el “nosotros” ostenta responsabilidades acotadas a funciones demasiado específicas, se torna difícil ampliar el horizonte y discutir una reforma de la salud con la altura que la circunstancia merece. Al menos por ahora permanece bajo el nivel de lo político-partidario-sindicalista, donde se cruzan acusaciones de diverso calibre, se confirma la falta de defensas y se comprueba lo difícil que resulta llegar al fondo de la cuestión.
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