Paysandú, Miércoles 13 de Agosto de 2014

Atolladero en una región incierta

Opinion | 10 Ago No un secreto para nadie que tras veinte años de vigencia el Mercosur ha generado más frustraciones que colmado expectativas en los países de la región, a partir de una realidad que no solo refiere al plano del intercambio comercial y la integración, que es el leit motiv del acuerdo regional, sino al hecho de que a partir del acceso de gobiernos “progresistas” en los países del área se ha distorsionado la esencia del acuerdo y se le ha teñido de una ideología que ha afectado la relación en diversas áreas.
Ocurre que el haber puesto “lo político por encima de lo jurídico” --como señalara el presidente José Mujica al referirse a la equivocada decisión de suspender a Paraguay del bloque para hacer entrar a Venezuela por la ventana--, genera distorsiones porque se ha partido del absurdo de que iba a primar la “solidaridad” por sobre los intereses, lo que ha quedado desmentido una y mil veces por la realidad.
El gobierno del Frente Amplio, a partir de la Administración Vázquez y ahora la de José Mujica, ha apostado por “más y mejor Mercosur” para encontrarse con que como arena entre los dedos, se ha dejado pasar oportunidades de diversificar más el intercambio comercial y desligarse de las ataduras del bloque, que tiene por un lado a la Argentina que con sus medidas proteccionistas a ultranza dinamita la letra y el espíritu del tratado, en tanto Brasil siempre ha intentado jugar en la cancha grande mundial a despecho de lo que ocurra en el Mercosur, al que considera como su patio trasero.
Tantas frustraciones sin embargo han determinado que la izquierda en el poder de a poco se vaya dando cuenta y salga a cuestionar el funcionamiento del bloque, apuntando a que se introduzcan correctivos que implican desmentir la pretendida “solidaridad”, que nunca hubo, y sí intereses en disputa, aunque con objetivos comunes de la región respecto al mundo, que posibilitan y más aún, hacen necesario que se instrumente la negociación bloque a bloque con otras regiones del mundo.
Recientemente el candidato presidencial Tabaré Vázquez, hablando en un almuerzo con empresarios en Buenos Aires, sostuvo que América del Sur es la zona del mundo con “más ineficiencia e ineficacia” para desarrollar procesos de integración regional.
Acotó que nuestro país debe seguir gestionando “el delicado equilibrio entre destinos y productos que puede colocar en el mundo”, teniendo en cuenta que “el campo internacional está resbaladizo y que los procesos de integración regional son bastante más complicados que la retórica que los adorna”.
Contrariamente al discurso histórico de la izquierda, el expresidente considera que “la clave está en abrir su economía y ampliar sus mercados. Ello no es incompatible con el Mercosur. Pero quiero un Mercosur con más sustancia”, por lo que si bien quiere “más y mejor Mercosur” aspira también a que “todos” los que integren el bloque respeten “el derecho internacional y los acuerdos logrados”, en lo que es evidentemente un tiro por elevación hacia la postura argentina.
El exmandatario también dijo que “queremos un Mercosur con mayor capacidad para concretar acuerdos con otros bloques y terceros países”, que es precisamente lo que ha faltado hasta ahora, por encima de las solidaridades ideológicas que sin embargo tanto Argentina como Brasil se han echado al bolsillo cuando de defender sus intereses se ha tratado.
Mientras tanto, sobre esta misma problemática, el economista Marcel Vaillant, experto en comercio internacional, destacó a El Observador, que “Uruguay necesita reflexionar” respecto al futuro de su inserción internacional, porque de ello depende el trabajo de su gente, altamente vinculado a la exportación de bienes, sobre la base de que la región se ha convertido en una zona “incierta”. Está guiada por la “cercanía ideológica” y las “amistades episódicas” entre los presidentes de sus países socios.
Dijo que al país le es imperioso acceder a mercados que le den más certidumbre que el Mercosur y opinó respecto al bloque que “del diagnóstico sobre su mal funcionamiento, todos los días recibimos información. Lo que tiene sentido es tratar de elaborar una posición país sobre qué es lo que Uruguay esperaría en condiciones bien pragmáticas sobre el Mercosur, que le sirva y pueda utilizar en la medida de lo posible, pero con una visión mucho más general de inserción internacional de una economía pequeña.
Consideró que “definitivamente, la región es una zona incierta, llena de problemas comerciales que no le genera posibilidades de procesos de inversión, los niveles de certidumbre para expandir la producción y acceder a ese mercado mayor. Ese es el principal problema que tiene el Mercosur desde el punto de vista de su funcionamiento”.
“Uruguay, de todas maneras, ha logrado aumentar los niveles de internacionalización de su economía y lo ha hecho no por el Mercosur, sino a pesar del Mercosur, con un conjunto de medidas y de programas unilaterales que llevó adelante y le permitieron, de algún modo, tener un nivel de internacionalización mayor. La mayor internacionalización de su economía y de sus empresas, que de algún modo le ha permitido cambiar la manera que se producen bienes y servicios transables, necesita tener un acceso a un mercado con mayores niveles de certidumbre, que no solamente sea la región”.
Precisamente ese es el punto, como lo reconocen los expertos en economía internacional y también referentes de la izquierda uruguaya, como el propio expresidente Vázquez, lo que indica que se ha logrado un baño de realidad que mucho se necesita en todos los actores políticos de nuestro medio, porque para una economía pequeña, los niveles de certeza con los que accede al mercado mundial son fundamentales.


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