Paysandú, Sábado 16 de Agosto de 2014
Opinion | 13 Ago En los últimos meses se ha acentuado la tendencia a la baja en las ventas industriales, en tanto la inversión en maquinaria también constató una caída en el segundo trimestre de este año. A esos datos se suma la cantidad de trabajadores de industrias que se encuentran bajo el subsidio por desempleo, una de las áreas que más operarios cuenta en torno a ese beneficio.
Asimismo, de acuerdo a datos del Banco de Previsión Social (BPS) de los que dio cuenta El Observador, el número de trabajadores en la industria manufacturera que hace uso del subsidio por desempleo se mantiene alto, pese a que en junio --últimos datos disponibles-- se registró una caída de 13,6% respecto al mismo mes de 2013, cuando había 6.014 personas en esa situación. Según las cifras del BPS, en junio pasado eran 5.292 los operarios del sector bajo el seguro de desempleo.
Paralelamente la industria manufacturera es el segundo rubro de la lista entre los que tienen más personal en este subsidio, por detrás de la construcción, con 7.568, de acuerdo a los datos de junio del BPS.
Es decir que en un panorama con cifras si bien no alarmantes, sí preocupantes, y con punto de partida que data de por lo menos hace una década, existe una destrucción o pérdida de empleos que va mucho más allá de la posible reconversión de puestos de trabajo, porque en una década marcada por una bonanza proveniente de la favorable coyuntura internacional, el crecimiento se ha generado en el sector de la producción primaria y el comercio, así como en alguna medida en los servicios, pero perdiendo de vista la industria manufacturera y determinados puestos de trabajo de calidad.
El vicepresidente de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), Gabriel Murara, analizó que los números mencionados marcan la realidad “de lo que hablamos desde hace tres a cuatro años. Se han encarecido mucho los costos: los energéticos se han duplicado y, a la vez, tenemos una política salarial muy rígida. La sumatoria de todo esto hace que se haya perdido competitividad. Esto hace que la industria vaya quedando en el camino y genere cambios en el proceso industrial”.
Murara consideró que desde 2011 y 2012 comenzó a ser notorio el menor personal ocupado, algo que se repitió el año pasado. La situación de Argentina, que vive un default selectivo y en el que volverían a haber diferencias significativas en el tipo de cambio, volverá a traer “problemas al mercado interno”, donde el consumidor intentará cruzar a la vecina orilla para comprar.
Analizó el dirigente que los plásticos, la vestimenta y los alimentos serán los rubros más afectados. La industria manufactura podría seguir invirtiendo y sumando mano de obra, “pero si no hay condiciones de competitividad nadie puede hacer milagros”.
Consideradas en un ciclo, las ventas industriales muestran una tendencia a la baja en los últimos meses, según indicó el reporte de la CIU, el que da cuenta que la vestimenta, uno de los rubros más perturbados, ha superado el promedio en su caída en ventas. El informe aseveró que las colocaciones de textiles, vestimenta y cuero descendieron 10,3% en la comparación interanual. “Dicha evolución estuvo determinada en gran medida por la caída en la producción de curtiembres y talleres de acabado”, señala.
La inversión en maquinaria, en tanto, también ha sufrido vaivenes. Otro informe de la CIU constató que en el segundo trimestre de este año el Índice de Inversión en Maquinaria y Equipos (IMEQ) de la industria disminuyó 37% en relación a igual período de 2013, en lo que ha sido el tercer trimestre de caída consecutiva. Esta tendencia no puede sorprender a nadie, y creemos que tampoco al Poder Ejecutivo, pese a que desde el gobierno se ha minimizado sistemáticamente la pérdida de competitividad que afecta a la producción nacional en sectores en los que se requiere valor agregado, fundamentalmente.
“La disminución de la inversión en la industria es coherente con un escenario de estancamiento prolongado de la producción y de magras perspectivas al respecto para los próximos meses. También resulta un comportamiento esperable, siendo que se transita por un período de elevada capacidad ociosa en la industria”, indica el informe de la Cámara de Industrias.
Lamentablemente esta situación, que se arrastra desde hace ya unos años ya se ha cobrado varias empresas grandes, incluso en el sector agro exportador donde se podría suponer que somos altamente competitivos. Y aquí nomás en Paysandú tenemos dos ejemplos claros: Sandupay, que cerró sus puertas en 2011 ante la posibilidad de verse endeudada más de lo que valía su patrimonio --con la venta de los campos y su planta en la ciudad logró cancelar todas sus deudas e indemnizar a todo su personal--, y Paylana, que terminó fundida sin posibilidades de recuperación, y hoy lucha por subsistir como cooperativa Tessamérica como una ínfima fracción de lo que fue. Pero también desaparecieron Urupanel, Aguia Maderas Uruguay, y Maserlit, para dar ejemplos de la industria maderera.
Entonces no puede haber dos opiniones respecto a que el Uruguay es caro para producir y cuando más mano de obra se requiere más competitividad se pierde, porque se conjugan los altos costos salariales y cargas sociales en dólares con el déficit en actualización tecnológica e inversión, agregado a problemas de escala, y hasta si se quiere sindicales, que son un costo muy alto a tener en cuenta.
Es difícil, sin lugar a dudas, revertir este escenario, pero lo primero que debe hacerse es empezar por reconocerlo y actuar en consecuencia. Echarle la culpa siempre a las malas administraciones de malos empresarios y formar cooperativas de empresas fundidas no es una solución --ya está quedando demostrado--, y a la larga solo traerá mayores frustraciones. Hay que encontrar la forma de abaratar el Uruguay. El futuro está en juego.
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