Paysandú, Domingo 17 de Agosto de 2014
Locales | 11 Ago Un Jeep Willys, fabricado --según el documento respectivo-- en 1951, se encuentra en la etapa terminal de su restauración luego de un trabajo que se prolongó por varios meses. Pertenece a Pedro De María y la tarea de restauración estuvo a cargo de Walter Correa, un artesano chapista, pero que en este caso también se manejó como mecánico y pintor.
Como seguramente ustedes ya lo conocen, Jeep es una marca de automóvil todo terreno creado por la compañía Willys Overland en 1941, para cubrir necesidades del ejército estadounidense en el curso de la Segunda Guerra Mundial. A propósito, existen varias versiones sobre el origen del nombre Jeep.
La que aparece como más aceptada proviene de las historietas de la década del treinta, Popeye el Marino, en las que aparecía un personaje llamado “Eugene, the Jeep”, una mascota amarilla similar a un perro, con poderes sobrenaturales, y los soldados estadounidenses atribuían esos poderes al Jeep.
Existe asimismo otra versión, menos imaginativa, la cual atribuye el nombre a las siglas G.P. (General Purpose), bajo las cuales el ejército de Estados Unidos convocó el concurso para proveerse de un vehículo de tales características, o sea para propósitos generales.
FALTABAN ELEMENTOS
Nos comentaba Correa que este Jeep estuvo muchos años parado en el departamento de Durazno. Cuando lo adquirió De María, le faltaba el distribuidor. El motor había sido rectificado pero no se le había hecho arrancar.
Se consiguió el distribuidor, se le puso un alternador, se cambió una junta y después de encontrarle el punto al motor... arrancó.
El chasis estaba entero, por lo cual no se le hizo nada, pero si hubo un repaso general a la chapa del piso. Luego se pintó de color negro la chapa del piso precisamente y de verde la carrocería del Jeep. Se instalaron además focos nuevos; el parabrisas está, solo se debe colocarlo.
Ahora se entra en la etapa de las terminaciones, pero el Jeep está firme sobre sus ruedas, con esa imagen tan especial que emana de un vehículo nacido para las necesidades de la guerra, pero que luego, en tiempos de paz fue y sigue siendo tan útil y versátil, impulsado en este caso por el motor original de cuatro cilindros de 2.195 c.c.
Ya está confeccionada una barra anti vuelco, sobre la cual se colocará la capota. Sí, un trabajo bien hecho, un Jeep que quedará a nuevo, como referente de un vehículo muy especial.
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