Opinion | 11 Ago Las autoridades de la Educación Primaria decidieron crear una nueva página denominada Monitor Educativo, que ha sido presentada en el sitio oficial de la ANEP como “una pantalla de información objetiva a disposición de todos”. Es bueno recordar las razones por las cuales se llega a estas instancias.
El año pasado, diario El País había solicitado acceder a cifras discriminadas por escuelas y liceos y si bien únicamente accedió Primaria a brindar información, para conocer la realidad en Secundaria el diario debió ampararse en la Ley 18.381 de Acceso a la Información Pública.
El argumento para negarse a otorgar las cifras era que si se liberaba la información se podía “estigmatizar” a los centros educativos. El juez que intervino en la causa, Pablo Eguren, no lo entendió así y en una extensa fundamentación citó –nada más ni menos-- que un fragmento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en defensa de la libertad de expresión y opinión.
Clara paradoja fue recordarle a un organismo dependiente de un gobierno que dice que tanto ha luchado por los derechos humanos que la libre circulación de la información también lo es y que así como se habla continuamente de derechos y empoderamiento, estábamos frente a una notable fuente de “creación de ciudadanía”.
Los secretismos y el ocultamiento de la información forman parte de regímenes tiranos y corporativismos equivocados que conforman las páginas más oscuras de la historia, también de nuestra historia. Y si provoca enojos varios lo que no se dice en los medios de comunicación, entonces ya es hora de que se comience a publicar con fidelidad.
De lo contrario, se vuelve a un nuevo discurso para la tribuna donde los aplaudidores de siempre ni siquiera entenderán que eso también aporta a la transparencia e incorruptibilidad.
Eguren tuvo que recordar en su fallo el “rol preponderante de la prensa en el ejercicio de las libertades y garantías de un Estado de Derecho”, para que no se les olvidara.
Incluso señaló en su fallo que “no se comprende cuál es el criterio por el cual el CES (Consejo de Educación Secundaria) no ofrece los datos discriminados ya que así lo hizo el Consejo de Primaria”. En este caso, siguen sin entenderse las presiones sindicales que se declararon “en alerta” ante el relevamiento de los datos, empleando un terrorismo verbal propio de otras épocas.
Veremos quién gana en esta pulseada, si la transparencia informativa o razones que insultan el intelecto de quien las escuche. El monitor lanzado por Primaria ha sido –en principio-- un triunfo de la madurez política. Cosa rara por estos tiempos.