Locales | 18 Ago Con la presencia de la directora de Educación Secundaria, Celsa Puente, y el sociólogo Fernando Filgueira, se cerraron dos jornadas de reflexión propuestas desde la Mesa Interinstitucional de Políticas Sociales (MIPS) bajo el título “Desafíos para la educación que queremos”, con la instalación de mesas redondas que debatieron la “inclusión educativa” y “calidad de la educación”.
Filgueira reconoció en el tema convocante que “es uno de los grandes desafíos que enfrenta el país tanto en las ciudades como en medios más pequeños con una educación genuinamente inclusiva y de calidad. No es que estuviera ausente en los últimos diez años, pero se hicieron esfuerzos fiscales importantes por parte del gobierno, se plantearon iniciativas de interés tales como los mecanismos de Compromiso Educativo, Tránsito Educativo y la expansión muy interesante que ha tenido UTU y los FPB (Formación Profesional Básica)”.
Para el experto, “estos son elementos positivos a debatir e incorporar, sumado a una discusión de fondo de nuestro sistema educativo, tanto de Primaria como Educación Media”.
Filgueira señaló que los programas surgidos en estos encuentros “arrojan elementos interesantes y son de alguna manera ‘parches’ o soluciones que estamos intentando dar a un sistema que no está funcionando muy bien y que tiene características bastante excluyentes por su propia naturaleza”.
El sociólogo enumeró los aspectos que a su entender provocan una demora en lograr resultados acordes al esfuerzo. “Esto está relacionado a una multiplicidad de factores como infraestructura, un cuerpo docente que durante mucho tiempo presentó niveles de ingresos muy bajos y todavía enfrenta una situación salarial compleja, un mecanismo de asignación docente que no permite la estabilidad de los cuerpos dentro de los centros educativos con un marco curricular que a mi juicio no está acorde a los tiempos que corren y la ausencia de herramientas que los propios docentes solicitan para trabajar con las nuevas poblaciones. Tanto porque son generaciones que aprenden diferente, como porque enfrentamos a un conjunto de población que antes no estaba incorporada en el sistema y ahora lo hace, pero viene con déficit educativos, con historias de repetición y de haber perdido su cohorte de referencia que vuelven compleja su continuidad educativa. Para ellos, muchas veces, no tenemos las herramientas pedagógicas, curriculares y de infraestructura adecuadas”, resumió.
Puente, en tanto, destacó la participación en estos espacios que “recogen una variedad de miradas” y ante el planteo de la inclusión educativa, consignó que “no hay posibilidad de cambios radicales mágicos, sino de procesos que comienzan a abrirse” y en el caso de Secundaria reconoció que “resultó pensada solo para algunos”.
En este marco de miradas críticas hacia la educación secundaria, Puente señaló que “es bastante razonable que los números al principio nos den mal y es preocupante, pero requiere de un proceso que llevará tiempo”. Según la jerarca, “la ansiedad” por lograr resultados óptimos “pone por delante el plano de la exigencia antes de los aspectos positivos”. En tal sentido, se refirió a “los cambios significativos en infraestructura en todo el país a nivel global, el Plan Ceibal sobre el cual se deberá continuar trabajando en las estrategias para utilizar ese valioso recurso, el aumento de la participación interinstitucional en planes como Compromiso Educativo y Tránsito Educativo con un trabajo permanente entre Primaria y Secundaria, en el acompañamiento de jóvenes vulnerables”. Entre otros planes destacó los acuerdos con Mides, ANEP e INAU, que permiten la tarea en 26 aulas comunitarias, seis dispositivos en áreas pedagógicas, trabajos en planes de contexto de encierro y programas para adultos. “Han florecido planes y formatos educativos que no nacieron de la institucionalidad de las autoridades sino de quienes hacen la práctica educativa en el territorio”, remarcó. Puente reflexionó en el cierre del encuentro acerca de la realidad que tradicionalmente planteó la educación secundaria, orientada en principio “hacia una población con determinadas inquietudes sociales y culturales, además de una perspectiva de continuidad en los estudios terciarios”. Sin embargo, en la actualidad propone su apertura con el desafío de una matriculación global que se exprese en una permanencia en aprendizajes de calidad y en egresos.