Paysandú, Jueves 21 de Agosto de 2014
Opinion | 15 Ago La inundación de julio dejó a una veintena de familias comprometidas en su lugar de residencia, algunos directamente en situación de calle y otros con sus hogares afectados en su estructura. No es realmente una novedad, pues tras cada creciente se vive algo similar, a veces con diferentes familias, pero siempre en esencia el problema permanece, así pasen los años y las subidas y bajadas del Uruguay.
La sociedad de “tanto tienes tanto puedes” de manera permanente expulsa de sus círculos de privilegio o de aceptación a quienes por diferentes razones caen en pobreza económica. A veces el rompimiento de una familia hace que parte de ella deba refugiarse entre chapas, cartones y plásticos en una improvisada casa allá donde se pueda, muchas veces por debajo de la cota de construcción. Otras veces el alcohol o las drogas provocan el mismo efecto. También la pérdida del empleo.
Lo que es cierto es que nadie vive porque le place entre cartones, chapas y plásticos, aunque a veces ese sea un estigma que se usa. Es que así como el río desplaza personas y familias, de la misma forma lo hace la sociedad.
Se han tomado algunas medidas desde el gobierno central, en conjunción con el departamental, como es el caso del barrio adonde fueron realojadas familias de La Chapita. Sin embargo, eso no reduce el número de evacuados. Porque otras familias ocupan esos espacios, más allá que existe prohibición de levantar viviendas de cualquier tipo de esos lugares.
Lo que ocurre en realidad es que no se puede tomar una decisión parcial para un problema que en esa zona es general. Es cierto que no es una solución sencilla, debido a su costo, pero más costoso resulta construir una veintena de casas cada año sabiendo que la solución que se brinde será para un grupo de familias, pero que siempre habrá otras que ocuparán esa misma zona.
No obstante, debe considerarse en su conjunto la zona cercana al Uruguay, en el área del Vertedero y adyacentes. Es allí donde debe actuarse en primera instancia, realojando a quienes allí viven y actuando de inmediato sobre la zona, parquizándola o utilizándola para fines recreativos o comerciales.
El realojo deberá ir por cuenta del Ministerio de Vivienda, en tanto la intendencia deberá actuar sobre el área para evitar nuevos asentamientos. Pueden construirse canchas de fútbol y otorgárselas a varios clubes deportivos que aún no la tienen, agregando iluminación y baños. O puede hacerse una gran explanada adonde trasladar la Feria “La Heroica”, hoy en avenida Soriano. O buscarse otro destino, quizás un parque. El Uruguay volverá a crecer, pero ya afectará a menos familias. La sociedad seguirá desplazando personas y familias, mas esa zona ya no será un asentamiento. No todo estará solucionado. Pero será bueno.
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