Paysandú, Miércoles 27 de Agosto de 2014
Opinion | 24 Ago Paysandú seguirá siendo una ciudad industrial, como orgullosamente se considera desde mediados del siglo pasado. Con grandes industrias o con otras de menor tamaño, esta es y será una ciudad industrial, porque además cuenta con los servicios secundarios que toda industria necesita, así como personal técnico eficiente y especializado.
Esta ciudad también tiene y seguramente mantendrá un desarrollado sector comercial, que a su vez en su conjunto es el mayor proveedor de empleos. Los comercios del sector dan trabajo a muchos sanduceros, que por su parte mueven la economía y animan el centro de la ciudad.
Lo que aun esta ciudad no ha logrado desarrollar realmente es el sector turístico, tanto para uso interno como para atraer visitantes. Más allá de los lugares históricos como aquellos que fueron escenario de la Defensa, o el Monumento a Perpetuidad; más allá de fiestas populares como la Semana de la Cerveza, poco queda por ofrecer en esta ciudad. Sin contar, claro, con la amabilidad de los sanduceros.
A nadie escapa que uno de los grandes atractivos que la ciudad tiene es su costa con el Uruguay. De hecho se han formado grupos de ciudadanos, de manera independiente o convocados por la Intendencia, para establecer atractivos en esa zona. Muy buenas intenciones, escasos resultados. La intendencia tampoco ha logrado grandes avances. Y nos dimos el lujo de usar un área de enorme potencial turístico como el Curupí para viviendas para familias carenciadas.
Esto es, hemos perdido oportunidades. ¿Las seguiremos perdiendo? Por ejemplo, recientemente se anunció la tala de los eucaliptos del área costera al Norte de avenida Salto, secos o enfermos. La opción tomada ha sido dar la tala usando la madera para el pago de ese trabajo.
Ahora, ¿es realmente una decisión sabia? ¿No puede usarse esa madera para emprendimientos turísticos o el desarrollo de la costa? ¿No puede encontrarse mejor destino a esa madera que pertenece a la comunidad?
Desde aquí se entiende que sí. Y que es hora que no perdamos otra oportunidad histórica. En muchas partes del mundo, el área costera se revitaliza mediante lo que se denominan boardwalks, oceanwalks o foreshoreways, referidos a caminos o grandes explanadas de madera (aunque hoy las hay también de hormigón) junto a cursos de agua. De un lado, el río o el mar, del otro comercios, especialmente bares, casas de comida y espacios de venta de recuerdos. Hasta el mismo boardwalk es usado para colocar mesas y sillas. Y en las noches de primavera y verano, el lugar cobra vida, se vuelve un centro de reunión, diversión y contacto con la naturaleza, en nuestro caso el Uruguay con sus imperdibles vistas nocturnas.
El primer boardwalk fue inaugurado el 26 de junio de 1870 en Atlantic City (New Jersey, Estados Unidos). Cualquiera que haya viajado o vivido en el área puede certificar el enorme impacto que tiene en la oferta turística. De un lado el Atlántico, del otro bares, restaurantes, cafés (como el mundialmente famoso Starbucks) y museos (como el Ripley’s Believe It or Not).
A nuestra medida, Paysandú tiene un espacio ideal: el área de costa entre el Club Remeros y playa Park, no apto para playa. Puede perfectamente construirse un paseo en madera de varios metros de ancho. Espacio para pasear y espacio para la instalación de comercios con énfasis turístico. Para disfrute de sanduceros y visitantes. Como debe ser.
Debe recordarse que esa área fue pensada no hace mucho como “espacio para los jóvenes” aunque luego nunca se concretó. Esto es, se le vio potencial para área de diversión. Pues, ¿por qué no ahora, extendido al uso general?
La madera de los eucaliptos de la costa seguramente será más que suficiente para esta obra. Y por otra parte, tiene el plus de que sería usada para embellecer la propia costa del río. Es cierto, se deberá pagar para que se corten los árboles y se hagan tablas.
Ahora ¿qué es lo que la comunidad prefiere? Surgió ya la idea de hacer con esa madera un sendero por la zona de humedales al Norte de Antonio Estefanell. Una propuesta también muy buena y compartible de un grupo de sanduceros que prefiere otro uso de esa madera que simplemente ahorrar un poco de dinero.
Pues bien, ¿no habrá otros sanduceros que prefieran un paseo de madera frente al río? ¿Por qué no hacer una audiencia pública para conocer preferencias? Y luego, ¿por qué no hacer una consulta popular? Por ejemplo –porque sería gratis hacerlo de esa forma—a través de Internet, o por el Facebook de la Intendencia. Es la forma de quitar presión a los gobernantes. Se gasta “tanto dinero”, pero es porque la sociedad lo quiere. ¿Qué más quiere un gobernante que hacer algo que su comunidad quiere que haga y está dispuesta a pagar por ello?
Paysandú con un boardwalk sin dudas sería otro Paysandú. Y el costo no necesariamente deberá pagarse con fondos públicos. Bien se puede dividir entre los espacios comerciales a otorgar, y luego canjearlo por los cánones de pago anual por el uso de esos espacios. Digamos, el pago de la obra les da derecho de uso a los comercios por 10 años. La ciudad, en definitiva, tendrá una obra de enorme impacto, que no costará nada. Lo mismo –exactamente-- que lo que la administración Bentos quiere para cortar los eucaliptos secos o enfermos de la costa.
Una obra de la que nadie se acordará en el futuro (es responsabilidad del gobernante cortar los árboles que generan potencial peligro) o una obra que marcará un antes y un después. La decisión debe tomarse ahora. Porque la vida exige decisiones hoy. Aunque lo que hoy se resuelva puede modificar el futuro. ¿Tendremos nuestro boardwalk? ¿Tendremos una transformación turística real? La visión de los gobernantes tiene la respuesta. Buena madera hay.
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