Paysandú, Jueves 28 de Agosto de 2014
Locales | 24 Ago Carta para reflexionar
Hoy mi madre está en casa, está bien, recuperándose lentamente. Hace dos meses de esa tarde-noche del 10 de junio en la emergencia del Hospital donde me dijeron que la hernia se había estrangulado y hecho una peritonitis. Que podía morir junto a otras posibilidades menos graves pero con secuelas para toda la vida. También me dijeron que necesitaba un CTI que acá no había, que si no conseguían cama no podían operar, si no operaban se moría por la infección. Vi como el jefe de CTI con preocupación sacudía la cabeza y me decía “no tengo cama”. Después, que no había ambulancia para el traslado. Esta posibilidad de morirse duró casi 5 horas. La operación resulto mejor de lo esperado, el traslado lo hizo una empresa privada. Sé que hicieron todo lo que estuvo a su alcance para salvar a mi madre, consiguieron una cama en Fray Bentos. Dejé hija, esposo, casa, trabajo para acompañar a mi mamá porque soy hija única. Allí llegamos a las 2 de la madrugada después de un traslado muy rápido y el equipo de guardia recibió a mamá y la estabilizó. A los 13 días estábamos de vuelta en Paysandú en Cirugía de mujeres. Demoró 17 días más en volver a caminar, ir al baño y cerrar un poco más la herida que aun hoy está abierta. Gracias a Dios y a la gente que él puso en nuestro camino mi mamá está con nosotros. Pero todo esto me llevó a conocer más en profundidad una realidad que había escuchado pero nunca vivido. Nuestro Hospital Escuela del Litoral tiene 6 camas de CTI, más algunas de Intermedio para una población de 80.000 usuarios. ¿Qué posibilidad había de que mi madre quedara aquí? Ninguna señores, porque ese número de camas es un chiste para la población que atiende ese hospital. Tampoco contamos con una ambulancia especializada para este tipo de traslados ya que mi mamá salió de block conectada al respirador y muy grave.
Hicieron todo lo posible, todo lo que el Estado les permite porque déjenme decirles que cuando uno los ve trabajar de esa manera se da cuenta que el personal médico está subordinado a frías decisiones administrativas. Ver a los cirujanos y anestesista prontos para operar, vestidos y sin poder actuar hasta que alguien dijo “Si, conseguimos ambulancia”, fue más desesperante que la espera fuera de block. Me pregunto dónde queda la igualdad y la equidad, cuando una trabajadora como yo o cualquier otra persona tiene que dejarlo todo para trasladarse a otra ciudad junto a un ser querido, porque nadie deja solo a un familiar en CTI, aunque no se puede hacer nada uno necesita estar ahí. También me pregunto qué hacen las autoridades de Salud Pública con el dinero que aportan todos los que trabajan en este país; porque mentira que es gratis, quienes trabajamos y pagamos impuestos colaboramos con todo lo que se necesita en un hospital o cualquier otro servicio público. Sentí y vi las limitaciones con las que se trabaja con lo que hay, con lo que les mandan; “desvisten a un santo para vestir a otro”. Señores, nuestro hospital y otros no tienen lo que necesitan, no hay camas en CTI, no hay ambulancias, no hay sillas de ruedas, no hay sábanas ni almohadas, ni frazadas, ni camas suficientes. ¿Qué hay? Enfermos y personal que hace maravillas y milagros. Muchos dirán que los médicos se mandan cada burradas... Sí, puede ser pero el Ministerio se manda cada omisiones que solo al que le toca vivirlas lo puede entender. Pienso que la reforma de la salud es una máscara porque nuestro sistema público no tiene lo que necesita, porque médicos y enfermeros trabajan mal. No lo dude, lo que a usted le descuentan del sueldo va al bolsillo de los políticos y no a los hospitales públicos de nuestro país. Diva Moreira
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