Paysandú, Miércoles 03 de Septiembre de 2014
Opinion | 29 Ago “Hoy pensamos que hay que tener en cuenta los cambios que ha habido en la delincuencia. La delincuencia comenzó a cambiar en 2002. Volver a lo de antes es la misma respuesta policial de siempre”, manifestó el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, aludiendo a los dichos del candidato presidencial nacionalista Luis Lacalle Pou respecto a que el titular de Interior no conocía ni comprendía a la Policía.
Sin terciar en apreciaciones netamente políticas, es pertinente señalar que considerar que la Policía ha evolucionado para actuar y estar a tono con los cambios en la delincuencia es pecar de exceso de optimismo, porque la institución tiene un agudo rezago tecnológico para estar en sintonía con los requerimientos de la época en una serie de áreas, como las comunicaciones y el acceso a las bases de datos informáticos.
Es así que recién, y muy gradualmente, se están instalando cámaras de vigilancia en puntos clave de algunas ciudades --aunque en el caso de Salto, por ejemplo, se logró con la colaboración del Centro Comercial--, en un primer avance a cuenta de llegar algún día a contar con una red realmente confiable y efectiva para la prevención y la disuasión de determinados hechos que se dan con frecuencia en las calles.
Pero en cuanto al acceso a otras tecnologías, creemos no pecar de exagerados si evaluamos que un escolar tiene mayor acceso a la informática que el Policía común, simplemente a través de sus laptops del Plan Ceibal, porque salvo contadas excepciones, con lo único que cuenta el funcionario en la calle es con su radio VHF. De esta forma, para acceder a cualquier información sobre antecedentes de una persona, datos filiatorios, sobre una matrícula o vehículo en particular, o de cualquier otra índole, deberá comunicarse con la central de radio para solicitarlo, perdiendo tiempo y congestionando las comunicaciones mientras dura la operación.
Es decir que mientras se han gastado millones de dólares en tablets para que preescolares accedan a la tecnología, y varias decenas de millones de dólares más para equipar e escolares y liceales con una laptop, y hasta el candidato oficialista promete regalarle dispositivos electrónicos a los pasivos para darles conectividad y entretenimiento, sin embargo no se ha tenido la misma disposición para que los policías de calle o por lo menos cada patrullero del país puedan conectarse sin intermediarios y de forma segura a la base de datos del Ministerio del Interior. Es así que aunque ya se prometió que entregarían tablets para equipar a la policía, todavía no han llegado a Paysandú --probablemente tampoco a la mayoría de las ciudades del Interior--.
Recientemente en la capital se incorporaron elementos de este tipo en unos cuarenta patrulleros, lo que se mencionó como una gran avance, cuando seguimos rezagados en esta materia por cuanto es todavía una ínfima parte de lo que se necesita y en el Interior este paso no se ha dado todavía, entre otras falencias.
Asimismo, en los vehículos policiales desde hace muchos años en gran parte del mundo se están utilizando cámaras para monitorear lo que sucede en las patrullas, en las que se graban los operativos y otras actuaciones de los efectivos, tanto en video como en audio, dando garantías tanto para los agentes policiales como para los involucrados en los procedimientos. Estos equipos, que hoy son de uso corriente también en el ámbito privado para controlar flotas, graban información de GPS con datos de velocidad, dirección y posición en el mapa, así como audio y video de alta definición tanto hacia afuera del vehículo como adentro, lo que en el caso de la tarea policial podría ser relevante como pruebas ante el juez. Y no estamos hablando de inversiones desmesuradas cuando cada equipo de esos cuesta poco más que 2 o 3 ceibalitas.
Por supuesto, solo con tecnología no se combate la inseguridad, sino que se trata de un instrumento más, y muy importante, para la coordinación, para la tarea de inteligencia, para la prevención, la represión y la posterior intervención de la Justicia. Pero a esta altura es ridículo lamentar que la delincuencia le lleva ventajas a la Policía en tecnología, cuando la Policía está tecnológicamente en la década de los ’80 y ni siquiera está a la altura de un preescolar del Plan Ceibal.
La tecnología hoy es muy accesible para todos, tanto delincuentes como el ciudadano común, menos –al parecer—para el Ministerio del Interior. No cuesta nada que cada patrullero tenga su tablet con una aplicación específica con conexión a la base de datos de cada Jefatura. Un teléfono celular inteligente como de los que regala Antel a sus clientes con la firma de un contrato no solo tienen “conectividad”, sino también sobrada capacidad para manejar este tipo de programas y hasta reconocimiento de huellas dactilares.
La delincuencia ha cambiado en estos años. Tiene razón el ministro. Pero el Ministerio del Interior sigue en los ’80. Hagamos un Plan Ceibal para la Policía.
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