Paysandú, Martes 09 de Septiembre de 2014
Opinion | 09 Sep Aunque ya en producción desde hace meses, la inauguración oficial en la últimas horas de la planta de celulosa de Montes del Plata marca un nuevo hito en la cadena productiva del Uruguay a partir de la explotación forestal, en ese caso con la inversión más grande del país, estimada en U$S 2.000 millones.
No es poca cosa, si se tiene en cuenta que se agrega a la primera planta de este tipo, la de UPM-Botnia, con una capacidad de producción similar y la eventualidad de una tercera planta en el este del país desde que precisamente el presidente José Mujica, presente en la inauguración del lunes, anunció días atrás que viajará pronto a Finlandia para concretar la instalación de otra de celulosa en Uruguay.
“Vale la pena. Son dos o tres puntos del PBI. Es para el próximo gobierno. Tendrá que tomar una decisión. Vendré con el paquete, las propuestas, lo que piden. Soy optimista”, dijo el jefe de Estado al respecto, para acotar que la planta que se instale sería la fábrica más grande de pasta de celulosa del país y la región.
Como en todas las áreas de la economía, el mercado de la celulosa y la madera presenta altibajos, y es así que en la crisis de 2008 y 2009 se estuvo ante una caída en los precios y la demanda, sobre todo en los países en los que declinó la actividad. En este 2014 se espera superar los niveles de actividad de 2011, y notoriamente por encima de lo que se registró en 2012 y 2013, con la novedad de que la demanda se sitúa en maderas procesadas, como la aserrada y/o tableros contrachapados, además de materias primas como chips y celulosa. También se da cierta reactivación en el mercado interno, por cuanto las maderas uruguayas están sustituyendo en buena medida a las que antes se importaban.
Tenemos por un lado como elemento positivo que según el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, no hay ningún sector en la economía nacional que como la forestación haya formalizado tanto empleo en tan poco tiempo, lo que es un aporte muy positivo no solo en cuanto a incorporación de mano de obra directa e infraestructura, sino en cuanto a formalización, con todo lo que ello significa en cobertura provisional y de seguridad social para el trabajador.
Pero pese a un escenario que da cuenta de una mejora en la demanda por madera en el mercado interno y externo, en el sector todavía falta generación de valor agregado a la materia prima, que es precisamente el mayor proveedor de fuentes de empleo genuino y reciclador de riqueza en el medio rural, sobre todo, de lo que tenemos algunos ejemplos, aunque escasos.
La entrada en producción del emprendimiento de Montes del Plata es un aporte positivo en cuanto a la dinámica del sector, aunque en los últimos años la actividad forestal ha tenido coyunturas complicadas debido a la crisis internacional, sobre todo en Estados Unidos y Europa, con descenso de la demanda y de los precios, pero no existe emprendimiento de riesgo que no conlleve afrontar avatares, por mejor perfil que tenga en el mediano y largo plazo.
Los montes para explotación forestal no aparecieron antojadizamente de la noche a la mañana, y precisamente se cumplió recientemente el cuarto de siglo de la Ley de Desarrollo Forestal aprobada por la unanimidad de los partidos políticos con representación parlamentaria, y cuya instrumentación ha tenido una repercusión positiva creciente con el paso de los años, al promover por ejemplo que tengamos ya más de 800.000 hectáreas implantadas para industrialización, con las consecuentes exportaciones, generación de empleo e inversiones.
Se ha ido desarrollando el sector a partir de las condicionantes de promoción contempladas en la ley original, y ha logrado crecer y mantenerse pese a que indudablemente la infraestructura del país no estaba preparada para apoyar emprendimientos de estas características.
En el caso de las áreas que incorporan hasta ahora mayor valor agregado, evidentemente la industria del contrachapado es la que conlleva un mayor grado de procesamiento y la que más ha sufrido la crisis en Estados Unidos, porque a la vez produce insumos para casas y muebles que tienen el mayor mercado en el país del norte, en tanto en nuestro país no se llega todavía en grado significativo a fabricar muebles y otras piezas terminadas con esta materia prima nacional. Pero sin dudas, la contracara de una mayor apertura en los mercados receptores lo constituye la caída en la competitividad, además de los altos costos internos del Uruguay, con incidencia del déficit en elementos logísticos adecuados, lo que encarece el traslado de esta materia prima, con una notoria ausencia del ferrocarril como medio barato para el transporte de cargas de gran volumen y bajo valor relativo, y el requerimiento de una mayor presencia del transporte fluvial, dejado de lado durante décadas pero que es una alternativa válida en el esquema, con luces y sombras en la explotación forestal.
De acuerdo a los operadores del sector, los costos siguen siendo el mayor problema y entre otros insumos el valor de la energía, el combustible, el transporte en particular, restan buena parte de la competitividad.
Ocurre que como toda actividad de explotación, depende del entorno internacional y las expectativas se centran en contar con un mejor escenario externo, y en lo interno el desafío pasa por reducir costos y generar condiciones imprescindibles para incorporar mayor valor agregado, que es el salto de calidad todavía pendiente, lo que se traducirá en mejoras de precios y reciclaje de riqueza en otros sectores de apoyo para que esta agroindustria deje de ser solo productora de materia prima, y se potencie el reciclaje de riqueza en el tejido socioeconómico del Uruguay.
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