Paysandú, Miércoles 10 de Septiembre de 2014

¿Y si trabajamos la mitad y ganamos el doble?

Opinion | 05 Sep En los últimos días ha surgido una “propuesta” a través de la central sindical Pit Cnt que apunta en lo sustancial a reducir la jornada laboral de seis a ocho horas, pero a la vez manteniendo la remuneración salarial como si se trabajaran las ocho horas, con lo que aspiran a obtener una respuesta favorable de los candidatos a la Presidencia de la República de los respectivos partidos.
Y si estamos ante “propuestas” de este tipo, para mejorar las condiciones de trabajo --por lo menos de reducción de horario de los asalariados- ¿por qué no irnos más lejos, y llevar entonces la jornada laboral a la mitad, es decir a las cuatro horas, pero que a la vez los empresarios mantengan los salarios como si se hiciera la jornada completa? Porque total, de lo que se trata es de ganar lo más posible trabajando cuantas menos horas se pueda. De productividad y eficiencia, nada.
Con esta iniciativa de la central de trabajadores nos viene a la memoria la recurrente mención del presidente José Mujica de que “los uruguayos son haraganes”, como dijera incluso en foros internacionales, y el Pit Cnt, con estos planteos, da la razón al mandatario, aunque seguramente ofendiendo a decenas de miles de uruguayos sin fueros sindicales ni privilegios por esta causa y que se ganan el pan con el sudor de su frente, tanto dependientes como cuentapropistas, que saben que con más esfuerzo se obtiene también más logros en la lucha diaria.
Ocurre que mal que le pese a los hiperdemagógicos y superideologizados dirigentes sindicales que salen con estas “propuestas” al estilo Pinchinatti, hay leyes en la economía que no se pueden soslayar, porque todos los tientos siempre salen del mismo cuero, es decir de los sectores que producen la riqueza, y que se potencian mediante la asociación capital- trabajo, cada cual aportando lo suyo para el bien común, y no con la vieja visión de la lucha de clases y del enemigo “explotador” que se enriquece mientras el asalariado medra en la pobreza sin remedio.
No hace falta tener muchas luces para inferir cabalmente que esta no es la forma en que se puede lograr el crecimiento, el desarrollo y la mejora de la calidad de vida del país, menos cuando el país apenas logra sostener un débil crecimiento. Y si no hay que preguntarle a los sucesivos intendentes de Montevideo tras la decisión del entonces intendente Dr. Tabaré Vázquez, cuando en su primera administración al frente de la Intendencia de Montevideo, una de sus primeras medidas fue la de establecer una rebaja de jornada laboral 8 a 6 horas. Con eso lo que logró fue recargar a los contribuyentes, los ciudadanos capitalinos, que tuvieron que pagar más dinero por peores servicios, ya de por sí deficientes. Y ante la escasa productividad del trabajador municipal, en realidad se cumplieron menos horas de trabajo en servicios que no podían admitir este tipo de retroceso, por lo que hubo que tomar más personal, pagar horas extra y tercerizar servicios.
Es decir, parafraseando al Dr. Vázquez, “menos y peores servicios” por la misma plata. Y sin embargo los problemas con el sindicato municipal Adeom no desaparecieron aun cuando se les dio el oro y el moro. Y cuando estalló la crisis financiera de 2002 y la comuna capitalina se vio en serios aprietos para cumplir el acuerdo, debido principalmente a los altísimos costos salariales fijos, el entonces intendente Mariano Ariana desconoció un acuerdo de aumento salarial esgrimiendo la falta de recursos, resultando en un millonario juicio que perdió la Intendencia y que por lo tanto, debió pagar, una vez más, con el dinero que generosamente aportan los contribuyentes.
En el caso de la nueva “propuesta” del Pit Cnt de lo que se trata lisa y llanamente es de transferir más costos hacia las empresas, porque habrá mayor costo salarial para producir el mismo volumen de bienes y servicios.
Ello equivale simplemente a incorporar mayores costos, que el empresario, que tampoco es mago, como tampoco lo es la Intendencia de Montevideo, deberá transferir al precio de lo que produce, y por lo tanto encareciendo el costo de vida a los mismos trabajadores --también a toda la población-- a los que se dice querer beneficiar mediante tamaños “descubrimientos” que son planteados como si fueran la panacea. Mientras tanto el país se vuelve cada vez menos competitivo.
Otra posibilidad, que tampoco plantean los dirigentes sindicales --la gran mayoría de los cuales integran los cuadros directrices del partido de gobierno--, es que el Estado reduzca sus cargas sociales e impuestos sobre las empresas, así como el costo de tarifas de energía y servicios públicos, para que de esta forma el empleador pueda bajar sus costos y eventualmente acceder a una rebaja de la jornada laboral sin afectar la remuneración salarial.
Pero ello no ocurrió ni va a ocurrir, porque en las dos administraciones del Frente Amplio se ha incrementado sustancialmente el gasto público, sobre todo por una mayor masa salarial por aumentos y el ingreso de miles de funcionarios públicos, que es un gasto rígido marche bien o marche mal la economía del país. Estamos sin dudas ante una nueva utopía que carece de todo fundamento, que responde a voluntarismos y posturas ideológicas trasnochadas, y peor aún, en tiempos electorales, con absoluto desprecio por el sentido común de los uruguayos.


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