Paysandú, Miércoles 10 de Septiembre de 2014
Opinion | 07 Sep “El punto de vista del gobierno sobre la economía se puede reducir a unas pocas frases cortas: Si se mueve, ponle impuestos; si se sigue moviendo, regúlalo; y si se para de mover, subsídialo”, dijo el expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, y la frase no ha perdido vigencia. Los países cuyas economías han prosperado mantienen una incontenible tentación de crear otros impuestos o en su defecto subsidiar a sectores que no arrojen resultados positivos.
Y así se imponen mayores obligaciones a una situación económica que se cree será eterna e incluso saldrá indemne de los avatares que preocupan a otros países de la región. Claro que para subsidiar y regular, el Estado deberá recaudar y aunque es correcto que la presión tributaria siempre es antipática, no es menos cierto que resulta mayor en el mismo sector de la población a la cual ahora --cuando “se viene la noche”-- deben enfocar sus mensajes.
Las grandes reformas económicas se deciden en épocas de crisis, en tanto los tiempos de prosperidad sirven para adoptar decisiones sabias que impliquen no retornar a ese pasado o decidir --tal como lo haría un ama de casa-- “guardar para cuando no hay”.
En Uruguay, algunas decisiones se adoptan en tiempos electorales como la rebaja de cuatro puntos de IVA, revisar las franjas a las cuales se aplican impuestos e incluso ampliar las deducciones, como anunciaron el candidato a presidente del Frente Amplio, Tabaré Vázquez, y su eventual ministro de Economía, Danilo Astori.
Las encuestas han realizado su trabajo en este sentido. Es que la clase media ha sido el segmento con mayor respuesta negativa y donde disminuyó la simpatía por la coalición de izquierda del 48% al 42%, en tanto en el sector medio alto, disminuyó del 49% al 34%.
El Estudio Ferrere Abogados está encargado de calcular en Uruguay, el peso tributario en una jornada laboral en el marco del “Día Libre de Impuestos”, que es un método respetado a nivel mundial.
El caso uruguayo indica que los ingresos producidos entre el 1º de enero y el 12 de mayo se destinaron únicamente a pagar impuestos, o para entenderlo mejor significa que de las ocho horas de trabajo normales, tres son para pagarle al Estado. Son cuatro días más, si se lo compara con el año 2013.
Por eso es que Vázquez anunció que en un eventual tercer gobierno “revisará los montos” del mínimo no imponible del IRPF y Astori estudia posibles beneficios fiscales con deducciones del mismo impuesto, orientados a la vivienda o una mejor relación entre “impuestos directos e indirectos”. Como sea, lo que ocurre en oportunidades electoralistas no es nuevo y esa “fotografía del momento”, tal como gusta a los políticos definir las encuestas, devuelve una mirada que no se puede sostener sin bajar la vista y reconocer que la presión, a veces, resulta mayor que el beneficio.
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