Opinion | 04 Sep En el transcurso del primer semestre de este año, Uruguay recibió 1,4 millones de turistas y percibió ingresos del orden de los 1.035 millones de dólares. Estas cifras son elocuentes respecto a la importancia que el turismo tiene para un pequeño país como el nuestro.
La cantidad de turistas arribados al país resulta siempre un dato de interés para medir el dinamismo de un sector que ha estado en crecimiento en los últimos años y que han hecho al mundo mirar al paisito como objeto de análisis y estudio en este tema. No obstante, la atención dada a los turistas extranjeros que arriban al país no debería disminuir la importancia que tiene el turismo interno.
Según la información estadística divulgada por el Ministerio de Turismo, en 2013 se registraron 6.565.400 viajes internos y se gastaron cerca de 600 millones de dólares. Estas cifras comprenden los viajes dentro de fronteras, incluidos traslados regulares a un mismo destino, esporádicos y excursiones por el día a distintos puntos del país en los que no hubo estadía nocturna.
Los datos provistos por el área estadística del Ministerio indican también que el 57% de los turistas internos están motivados por los paseos mientras que el 34% lo hace con la finalidad de visitar a familiares.
Los medios de transporte utilizados fueron el automóvil propio (52%) y el ómnibus (32%). En tanto, el 39% se aloja en viviendas de familiares o amigos; un segmento importante lo hace por el día, y el 29% no tuvo alojamiento.
Si además, tenemos en cuenta que la distribución del gasto de casi 600 millones de dólares se distribuye fundamentalmente en alojamiento y alimentación (29% cada uno), transporte (24%) y compras (11%), es fácil entender que el turismo tiene un efecto “derrame” en las economías locales que es importante considerar.
Cada excursión, evento, salida familiar o congreso implica que múltiples actores de la cadena comercial y económica reciba ingresos provenientes de estos traslados, algo de lo que se benefician quienes prestan diferentes servicios del rubro pero no siempre es tenido en cuenta a la hora de introducir mejoras.
La profesionalización y mejora de la calidad de la atención y los servicios en general, es una meta hacia la que los diferentes operadores turísticos deben aspirar no sólo pensando en el turista extranjero sino en el coterráneo que está haciendo una importante contribución a la dinamización del sector, que es el que viaja todo el año por los diferentes y más profundos lugares del país y requiere y merece la mejor atención posible. Quizá sea hora que empiece a exigirlo también.