Paysandú, Sábado 13 de Septiembre de 2014
Opinion | 11 Sep Los altos indicadores de obesidad en niños y adolescentes, así como en adultos, generan preocupación y han motivado diferentes iniciativas para cambiar hábitos nocivos en comidas en el hogar y centros educativos a través de campañas de difusión.
En tanto la Ley 19.140, que impulsa una alimentación saludable avanza en su implementación para generar una cultura basada en productos no elaborados, sin conservantes, reducidos en grasas y sodio.
En este sentido, la ministra de Salud, Susana Muñiz, dijo recientemente que con esta ley y su comunicación se combate las enfermedades no transmisibles, que prefiere llamar “socialmente transmisibles”, porque se le da a los adultos el rol fundamental de educar en materia de alimentación saludable para poder modificar hábitos y costumbres en el estilo de vida de niños y niñas, determinantes sociales de las enfermedades, como obesidad, hipertensión y anemia, entre otras.
La referida ley tiene por finalidad proteger la salud de la población infantil y adolescente que asiste a establecimientos escolares y liceales, públicos y privados, a través de la promoción de hábitos alimenticios saludables en el ámbito educativo como forma de contribuir, actuando sobre este factor de riesgo, en la prevención del sobrepeso y la obesidad, y así en las enfermedades crónicas no transmisibles vinculadas a los mismos.
En las últimas décadas, los cambios en el patrón alimenticio de la población están generando problemas de salud. El consumo creciente de alimentos procesados, con alta densidad energética, alto contenido de grasas saturadas y ácidos grasos trans, alto contenido de sal y azúcares libres, así como un bajo contenido de fibras, unido a bajos niveles de actividad física en la población, generan problemas como el sobrepeso y la obesidad.
Para tener una idea del impacto y dimensión del problema, baste decir que las enfermedades crónicas no transmisibles producen el 60% de las defunciones en Uruguay. De acuerdo a una encuesta del MSP de 2013, el 57% de los adultos presentó sobrepeso y obesidad, en tanto que el 27% de los adolescentes tiene sobrepeso y el 7% obesidad.
Otro estudio detectó un 16,9% de sobrepeso y 9,5% de obesidad en niños de 7 a 9 años y un 20% y 8,7% de obesidad en niños de 11 a 13 años. Tampoco puede dejarse de considerar que el 9,5% de los menores de 2 años presenta obesidad, según una encuesta nacional de estado nutricional, prácticas alimentarias y anemia, realizada en 2011.
En definitiva, los indicadores de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes son preocupantes y bueno es que padres y educadores redoblen el esfuerzo para apuntalar un cambio cultural que nos encamine a la adopción de hábitos alimenticios más saludables. Una meta que además de deseable y posible, es necesaria para la calidad de vida de nuestros niños, niñas y adolescentes.
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