Paysandú, Miércoles 17 de Septiembre de 2014
Opinion | 15 Sep Para que exista una confrontación de opiniones diferentes, hay que reconocer la existencia de esas otras formas de pensar tan válidas como las propias, y no hará falta que permanezcan contenidas en promociones marketineras plagadas de eslóganes e imágenes con fotoshop.
Sin embargo, así se han labrado las últimas campañas políticas, donde aparecen figuras rejuvenecidas y sonrientes con pequeñas frases más o menos ostentosas, cuyos protagonistas se acostumbraron remarcar lo negativo en su contrincante y a manipular cifras con exquisito antojo. Lo de “exquisito” se explica por la meticulosidad con que fueron buscadas e insertadas en una conversación, aunque a veces no recuerden que ese pasado también puede tener una comparación a su vez con otras cifras. No caer en esa tentación requeriría dejar de mirar su ombligo y de pensar que la civilización comenzó por el partido al cual pertenecen.
Eso quedó de manifiesto en la última exposición realizada por los cuatro presidenciables en la Expo Prado 2014, donde las propuestas quedaron enquistadas en ironías y algunos cruces que no llegaron a destino. En otros casos se eligió al oponente para responderle, en una actitud transformada en mensaje que pocos leyeron.
La discusión de si “hay programa o no hay programa” también quedó sobre la mesa y osciló entre “¡Ay, se me partió!” de Tabaré Vázquez, en referencia a la tarjeta electrónica que le entregó Luis Lacalle Pou conteniendo su agenda de gobierno y “traje un ejemplar para que se lo pase a Danilo”, de Pablo Mieres, en alusión a la crítica de Astori de que la oposición “no habla de economía”.
Un capítulo aparte mereció Pedro Bordaberry, que eligió a su rival en todo momento y apuntó al expresidente con rigurosidad matemática, dejando de lado los chisporroteos mantenidos previamente con el candidato blanco, a raíz de acusaciones de extorsión a su compañero de fórmula, Germán Coutinho.
Cuando faltan poco más de cuarenta días para las elecciones, los electores deberán acostumbrarse a este fuego cruzado que se profundizará en las redes sociales con mayor virulencia y exageración. Los programas no se exponen en estas mesas redondas, así como tampoco en los medios de comunicación, salvo temas específicos que se desarrollan con fruición, donde se nota que las coincidencias son pocas.
Las buenas maneras no alcanzan y hará falta conocer los distintos programas de gobierno para que un elector no se sorprenda por decisiones adoptadas, como ya ha ocurrido.
Pero para esto hace falta acudir a una frase condenada a la ironía, que no ha sido mencionada en el relato y tampoco ocurrirá en la realidad: un debate de ideas.
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