Paysandú, Jueves 18 de Septiembre de 2014
Opinion | 11 Sep Un año electoral aparece como un período difícil para una evaluación objetiva de propuestas, situaciones y escenarios, teniendo en cuenta que no solo hay una sensibilidad político partidaria exacerbada e intereses muy importantes en juego, sino que las interpretaciones maniqueístas, el intento de confundir y llevar agua para el molino propio, desdibujan los juicios de unos y otros, y el ciudadano aparece bombardeado por argumentos que tienen las más de las veces muy poco y nada de imparcialidad y búsqueda de la verdad.
Pero a la vez también aparecen números a evaluar cuando se rinden cuentas, tanto desde el punto de vista verbal y rodeado de artificios, como a través de documentación afinada, como es el caso de los balances de ejecución presupuestal en el Parlamento.
Recientemente se presentó a consideración de la Cámara Alta la Rendición de Cuentas del año pasado, oportunidad en la que como es tradicional hubo alineamientos de las bancadas parlamentarias, y desde la oposición por ejemplo las críticas apuntaron al déficit de la gestión en educación, el gasto público, los anuncios para mitigar el impacto del IRPF, así como la política de subsidios. La Rendición de Cuentas 2013, la del último año de ejecución de la administración del presidente José Mujica, presenta un déficit fiscal que la oposición utilizó como blanco para sus críticas.
“En esta campaña electoral se anuncian rebajas del IRPF pero no se hacen ahora. Cuando esto lo dice el Partido Nacional es un disparate, pero cuando lo hace Tabaré Vázquez está bien”, dijo el senador blanco Luis Alberto Heber, por ejemplo.
Según El País, también cuestionó el legislador los resultados de la educación en base a la información sobre repetición en Secundaria que divulgó este matutino. Al respecto, el candidato a la vicepresidencia por el Frente Amplio, Raúl Sendic, afirmó que el gobierno ha conseguido una serie de logros en la materia, en tanto Vázquez anunció que llevará el presupuesto educativo al 6% del PBI (Producto Bruto Interno).
“Esto (la repetición) se reitera. Hemos invertido como nunca, lo que nos alegra, pero exigimos resultados. Pero no, todo sigue igual. No alcanza con decir que se ha dado presupuesto, hay que exigir gestión y resultados. ¿Qué hay atrás? Mala gestión. Son guetos administrativos adonde ni siquiera podemos asomarnos”, indicó el senador blanco. “Quizás tengamos peores resultados que hasta ahora con el 6%, si con el 4,5% no tuvimos resultados”, agregó Heber.
Por otro lado el senador formuló una fuerte crítica a la política de subsidios empleada por esta administración frenteamplista. “No vaya a ser ahora que digan que queremos recortar, usar la motosierra. No hay, ya dijimos que la vendimos para comprar fertilizantes para que crezca el árbol. Nosotros hemos acompañado los gastos en subsidios y transferencias” propuestos por este gobierno, acotó.
La votación fue de 16 en 25 al proyecto que deberá volver a la Cámara de Representantes, porque se agregó un refuerzo de rubros para la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) por $400 millones para que el organismo pueda pagar una serie de juicios, algo que fue muy criticado por la oposición bajo el argumento de que es violatorio de la Constitución porque en un año electoral no puede haber aumento de gastos ni refuerzos de rubros. Sin embargo, desde el oficialismo se descartó la eventual inconstitucionalidad luego de analizarse el artículo 229 de la Constitución.
Notoriamente la Rendición de Cuentas no significa solamente números, sino también una filosofía de políticas de gobierno en cuanto a la distribución del gasto y el origen de los recursos, es decir la presión tributaria sobre determinados sectores de la economía y cómo se utiliza ese dinero, que es de todos los uruguayos.
Y es en este aspecto en que debe evaluarse la gestión, es decir no solo en la diferencia entre ingresos y egresos, que da lugar al déficit crónico de las rendiciones de cuentas --que deberían ser equilibradas-- sino en cómo se utilizan los dineros públicos, en la efectividad y en otras palabras, si con esos recursos se obtienen los resultados que supuestamente son la meta al volcar ese dinero a determinada área. Y es aquí donde aparecen los criterios encontrados, por las prioridades y el control que debería hacerse desde el Poder Ejecutivo y el Parlamento --las mayorías regimentadas del Frente Amplio han impedido formar comisiones investigadoras-- en cuanto a cumplir con esas metas, salvo que se pretenda seguir aumentando indefinidamente el gasto.
Por lo demás, no es un secreto que en los dos últimos gobiernos la constante ha sido la de aumentar el gasto por encima de los ingresos adicionales que ha obtenido el Estado por efectos de una mayor actividad económica, para transferir recursos a otros sectores --trabajadores del Estado la mayoría-- y políticas sociales específicas, que incluyen asistencia directa en canasta de alimentos, tarjetas para compras y pago mensual de dinero.
Pero sobre todo, lo que no se mide es la calidad del gasto, porque solo se ha hablado de cantidad de recursos y no de resultados, como ocurre con la educación, en que se ha puesto énfasis en llevarlo a determinado porcentaje del PBI sin condicionarlo a resultados, y es así que la mayor parte de los recursos se han ido al pago de salarios y otros destinos sin mejorar para nada la calidad de la enseñanza; y en el caso de la salud pública, sin que se haya logrado tampoco una mejora significativa --si es que ha habido alguna-- en la atención en las dependencias de ASSE.
Ello indica la necesidad de que las rendiciones de cuentas también deban evaluarse sobre resultados para la población, para los contribuyentes, para quienes pagan la fiesta, más allá de números, y en una evaluación primaria surge claramente que el déficit es mucho mayor que el que surge de las cifras.
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