Paysandú, Domingo 21 de Septiembre de 2014
Opinion | 18 Sep Es impensable analizar la situación en la rama terciaria de la educación si se toma a ésta aislada del contexto general del sistema educativo en el Uruguay, por cuanto la Universidad es receptora de situaciones que se vienen decantando en las otras ramas, sobre todo en Secundaria, donde está mayormente radicado el eje del problema, aunque también en su caso arrastrando serios problemas que ya se gestan en Primaria.
Y aunque el elenco de gobierno se ha esforzado por soslayar la magnitud de los problemas del sistema educativo, sus carencias resultan imposibles de ocultar y hasta ahora solo se ha tratado de justificar una situación que rompe los ojos, apelando a que se ha priorizado la “inclusión” de los jóvenes por encima de la calidad o reorientación de los programas hacia la realidad de la demanda laboral o formación profesional.
Según los números del censo, la cantidad de estudiantes de la UdelaR ha tenido un crecimiento sostenido desde la década de 1960 (15.320) hasta 2012 (109.563).
La facultad con mayor cantidad de alumnos es la de Derecho y le sigue la de Ciencias Económicas y Administración, en tanto en lo que tiene que ver con la descentralización de la UdelaR, se han logrado mejoras en los últimos años, aunque todavía muy parciales. Los datos del censo universitario indican que el 59% de los estudiantes de grado de la UdelaR provienen de Montevideo, mientras que el 38% es del Interior y un 3% son extranjeros. Sin embargo, todavía el 90% de los alumnos cursa sus carreras en la capital.
La descentralización comprende por ejemplo que la UdelaR realizó acciones para llevar sus servicios al Interior, como la inauguración de dos edificios en Paysandú, lanzamiento en Rivera de la tecnicatura en Deportes, inauguración en Aiguá del primer Observatorio Geofísico del país, colocación de la piedra fundamental del campus de investigación en Tacuarembó junto con el INIA, obtención de la ANEP de un terreno para construir un campus en Rivera e inicio de las obras para construir un nuevo edificio para albergar la Facultad de Enfermería, entre otras realizaciones que no deben desecharse como aspectos positivos. Pero aun teniendo en cuenta estos hechos y otros que se han concretado en este sentido, debe tenerse presente que el 90 por ciento de los estudiantes sigue cursando sus estudios en Montevideo, sobre todo las carreras tradicionales, porque hacia el norte del Santa Lucía se cursan fundamentalmente carreras cortas o licenciaturas, con algunas excepciones.
Y más allá del déficit manifiesto en Secundaria tenemos que la Universidad en los hechos sigue existiendo cierta discriminación entre Montevideo e Interior, con mucho menor porcentaje de estudiantes de fuera de la capital pese a que en esta parte del país reside la mayor parte de la población. Por lo tanto la Universidad sigue sin brindar igualdad de oportunidades para los estudiantes del Interior.
Recientemente en una rueda de rectores de universidades privadas, sobre la que da cuenta El País, las autoridades de la educación privada coincidieron en que la educación terciaria en el Uruguay es un área de élite y a ella solo pueden acceder mayormente las clases más favorecidas económicamente.
El rector de la Universidad Católica, Eduardo Casarotti, evaluó que “a pesar de que la educación pública superior es gratuita, de hecho nuestra formación universitaria es elitista. Los censos de la Universidad de la República muestran que casi no llegan estudiantes del quintil más bajo de ingresos y que los que provienen del quintil más alto están fuertemente sobrepresentados”, respecto al total del estudiantado.
Acotó que “resulta elitista desde el mismo momento en que no pueden ingresar a ella un número muy importante de jóvenes que no logran terminar los estudios de Secundaria o que no tienen los aprendizajes suficientes para superar con éxito los estudios universitarios”, en tanto el rector de la Universidad ORT, Jorge Grungerg, consideró que “ciertamente la educación superior uruguaya hoy en día es accesible solo a una minoría, en parte por la baja tasa de graduación de bachillerato y en parte por la centralización de oportunidades de educación superior en Montevideo”.
Es que pese a las políticas de inclusión, en los hechos siguen excluidos los grupos mayoritarios de la población, los problemáticos por la baja calificación y deserción en Secundaria, y paralelamente se sigue formando estudiantes pudientes con matrícula gratis.
Una medida a tono con este desafío debería ser el dejar de lado la gratuidad absoluta para los estudiantes de sectores de altos ingresos, dando prioridad a obtener recursos para mejorar las becas a estudiantes de sectores menos favorecidos y priorizando al Interior, como una forma de tender a la proclamada igualdad de oportunidades.
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