Paysandú, Lunes 22 de Septiembre de 2014
Locales | 16 Sep El tema del alto, en realidad muy alto, nivel de inseguridad que mantiene el tránsito vehicular, tanto el carretero como el que se desarrolla en las zonas urbanas, con mayor intensidad en las metropolitanas, ha sido muchas veces motivo de preocupación y análisis en esta columna. Pero, en razón de que no se advierten cambios favorables en la forma en que se desenvuelve, se entiende que no sería insistencia exagerada volver a comentar tema que, sin duda, es importante.
Como en alguna de las notas precedentes sobre el tema se expresó, según ha informado la Organización Mundial de la Salud, las pérdidas humanas alcanzan anualmente una cifra que asciende en promedio a 1.300.000 personas, y a decenas de millones de lesionados, con secuelas permanentes severas, en lo físico y también en lo mental. Ello, además, causa un costo económico que asciende a alto porcentaje del PBI en los diversos países comprendidos en tan desfavorable realidad.
Uruguay no es ciertamente ajeno a tan adversa situación, pues los datos que en los últimos años se han manejado dan cuenta que, por ejemplo, durante el primer semestre del año precedente los lesionados fueron alrededor de 15.000, lo cual equivale a 83 personas por día; de dicha cantidad de accidentados, corresponde señalar que fallecieron 290 personas.
Del análisis de los diferentes medios de transporte que se utilizan resulta que, por encima de la mitad de los casos, se viajaban en motocicleta, a lo que corresponde agregar que el costo de dicha siniestralidad se ha estimado que asciende por año a unos mil millones de dólares.
Si se tiene presente el grado de desorden que se observa en el tránsito, tal cifra no llama en verdad la atención, no obstante ser sin duda muy alta suma a la cual asciende.
En efecto: lo que prevalece entre los conductores es, precisamente, tanto en el urbano como en el carretero, una forma muy desordenada de desplazarse, y por ello muchas veces hemos titulado los comentarios con indicación, verbigracia, de que se está ante un tránsito “sin normas”, porque es lo que parece a quien lo observa con espíritu crítico; también se ha señalado que muchas de las fallas que se observan derivan de errores que se deben atribuir a defectos en la educación recibida. Y corresponde, hoy, reiterar tales conceptos, por cuanto se han ajustado a la realidad que se observa en la conducta de los conductores, y con frecuencia de los peatones. Algunos ejemplos han de permitir que tales conceptos sean confirmados, según se explicará enseguida.
Es muy frecuente, en efecto, que no se confiera el respeto que corresponde a las normas que establecen preferencias en la circulación, como es el caso de los vehículos que deben cruzar desde la derecha determinada vía; también el caso de quien circula por una vía a la cual otro conductor pretende entrar.
Lo es igualmente la falta de respeto a la indicación de diversos carriles por los cuales los vehículos deben circular, lo que hace pensar que muchísimos conductores parece que consideran que la indicación de carriles o sendas carece totalmente de importancia para sus desplazamientos; ello tiene mucha importancia cuando se debe virar en una esquina a derecha o a izquierda, pero no acordar tal importancia crea difíciles situaciones a otros conductores. Asimismo es muy inconveniente el cambio súbito de canal cuando por otro circulan otros vehículos, lo cual también genera difíciles situaciones.
Es también un serio inconveniente que sea muy frecuente que los conductores no hagan, en general, a los demás que circulan próximamente, señales que indiquen la maniobra que pretenden realizar, algo muy importante para aportar seguridad, pues sin duda la tiene darle debido conocimiento a los otros de lo que se tiene previsto hacer de inmediato.
Es también alto el número de conductores que no respetan el derecho que las normas dan a los peatones.
Y es alta la forma equivocada en que los conductores interpretan lo que la luz amarilla indica; en realidad, sólo habilita el cruce a los vehículos que, al encenderse, están cruzando, o que en el momento llegan al inicio del cruzamiento; no obstante, muchos tratan de cruzar mientras está encendida, lo cual determina que siempre haya coches que culminan el cruce cuando ya está la luz roja encendida.
En las rutas es muy frecuente, además de la velocidad por encima del máximo prefijado, el adelantamiento indebido en circunstancias en que circulan vehículos en sentido contrario, algo que suele provocar graves accidentes.
Por todo ello, que no agota el alto número de errores que a diario se cometen, quienes mucho conocen acerca del problema consideran que las fallas de los conductores, y también las de muchos peatones, derivan de su formación; verbigracia, quien dirige el Instituto de Seguridad Vial, ISEV, don Arturo Borges, señaló que “hay mala formación de los conductores, de los peatones y de los ciclistas”, y que “hay carencia de políticas efectivas en la materia, mala formación de los profesionales de la conducción y carencia de cuerpos inspectivos”.
Por su parte la Academia Nacional de Medicina, ante la gravedad de los casos que ha debido atender el cuerpo médico nacional, ha expresado lo siguiente: “Es necesario que la educación vial se imparta desde la etapa preescolar; utilizar las potencialidades del Plan Ceibal en la educación vial en Enseñanza Primaria; desarrollar la enseñanza de ésta en Secundaria e institutos técnicos profesionales y universitarios, y en los institutos de formación docente”.
Se comparten plenamente los conceptos de tan prestigiosa entidad.
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