Paysandú, Lunes 22 de Septiembre de 2014
Opinion | 19 Sep En etapa inicial de prueba ha comenzado a utilizarse en Montevideo en la flota de taxímetros el denominado biovehículo, a través de un emprendimiento conjunto de las empresas Ancap, ALUR y Fiat, y que apunta a ir ganando gradualmente mercado para tecnologías que permiten el uso indiferente de cuatro tipos de combustibles, los que son seleccionados automáticamente por la propia unidad de acuerdo a las condiciones de manejo.
Este modelo ha sido desarrollado en Brasil y la iniciativa se inscribe en la política gubernamental de diversificación de fuentes de energía y sobre todo con la intención de ir reduciendo la dependencia del petróleo, que es importado en un cien por ciento y que es naturalmente la fuente exclusiva que impulsa el parque automotor que circula por el país.
La propia fase de prueba indica que estamos ante una experiencia en desarrollo, que se apoya por ejemplo en que hay una capacidad industrial instalada para la producción de unos 183 millones de litros de biocombustibles anuales, lo que significa que se está en condiciones de sustituir unos 250 millones de dólares de la cuenta petrolera anual por esta vía, según señaló el ministro de Industria, Energía y Minería, Ing. Roberto Kreimerman.
Destacó que actualmente hay un diez por ciento de mezcla de etanol con gasolina y un 7 por ciento de mezcla de biodiesel con gasoil, en tanto los vehículos que se incorporan a la flota de taxímetros están en condiciones de utilizar etanol hidratado, nafta, alconafta y gas natural vehicular (GNV) o la mezcla de cualquiera de ellos en cualquier proporción.
En una primera etapa el vehículo utilizará etanol y gas natural vehicular, pero la idea es precisamente buscar las alternativas que resulten en una mayor economía y que se inscriban en la política energética del país, teniendo en cuenta la dependencia del petróleo histórica que tiene el Uruguay.
Estos vehículos son inicialmente más caros que las unidades convencionales que se encuentran en el mercado, pero naturalmente, de generarse una masificación su precio se reducirá, y a ello por lógica se agregarán los beneficios en la matriz energética, por lo que es una iniciativa plausible si se tienen en cuenta los objetivos que se persiguen y que entre otros aspectos permitirá atenuar necesidades de importación del combustible fósil.
Pero para que eso funcione y exista demanda de autos “flex”, debe existir un biocombustible sensiblemente más barato que la actual nafta o gasoil, porque de otra forma no justifica gastar más en comprar un automóvil de estos. Por lo tanto mientras el alcohol o el GNV no sean una opción realmente económica para el transporte, la iniciativa puede ser muy plausible, pero será solo pour la galerie.
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