Paysandú, Sábado 27 de Septiembre de 2014
Opinion | 23 Sep El próximo 4 y 5 de octubre se celebrará el Día del Patrimonio con la consigna “Espacio público, arquitectura y participación ciudadana al servicio de la comunidad”.
Como bien señala el ministro Ricardo Ehrlich en el mensaje de la publicación por el Día del Patrimonio de este año, el espacio público tiene una trascendencia particular. “Cuando una comunidad se encierra en sí misma y se debilitan los lazos que la unen, no valora ni disfruta esos espacios, que se apagan y abandonan. En su variedad (sencillos y modestos o engalanados con artísticos diseños, cuidados jardines y esculturas) viven cuando la gente los hace suyos y, a su vez, le dan vida a la comunidad”.
“Los espacios públicos son lugares de encuentro, de descubrimiento de los otros y forman parte central de nuestras identidades. A través de nuestra presencia, de huellas personales en el paisaje o en nuestra vida, nos apoderamos de ellos, nos pertenecen. Pero también pertenecemos a ellos”, dice el ministro.
Y es verdad. Los espacios públicos son un componente fundamental del territorio y del espacio urbano y contribuyen a definir los lugares que tienen valor para ser buenos para vivir, para el esparcimiento, para sentarse a descansar o --algo tan de nuestra idiosincrasia sanducera-- mirar pasar.
El espacio público es generalmente una forma más de generar participación de los vecinos. Es en una calle o una plaza donde se hace una feria, una marcha, una reunión de amigos o un asado a la orilla del río.
Hay espacios públicos que por diferentes motivos hemos perdido o abandonado y otros que podrían mejorarse sin grandes inversiones y con el compromiso y la participación de diversos actores sociales vinculados.
Lamentablemente, por desidia, descuido o falta de interés, se pierden a veces espacios públicos que podrían tener gran potencial y riqueza sociocultural o histórica. Por otra parte, es bastante común considerar especial una ciudad por los espacios construidos que tiene y no por sus espacios libres, que a veces se ven solo como recurso potencial a ser llenado de construcciones. Sin embargo, son los espacios abiertos y públicos parte esencial de una ciudad y su identidad.
Desde estas perspectivas, sería interesante como comunidad observar y repensar nuestros espacios públicos. Aquellos que ya existen como tales y no nos ocupamos como merecen (como es el caso de varias plazas) y otros, que adoptamos y legitimamos como tales por el simple uso (pensemos por ejemplo en los canteros de la costanera o en la zona de El Trébol). Quizá la mirada nos devuelva alguna imagen de nosotros mismos.
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