Paysandú, Domingo 05 de Octubre de 2014
Deportes | 29 Sep El 11 de setiembre festejó 56 años, y anunció que la que cumplió en la víspera fue la última gran locura.
Locura para otros; para los que lo vieron correr en Ruta 3, ingresar a Paysandú y pisar 18 de Julio por la vereda, por la calle cuando podía. O llegar a la plaza Artigas a las 19.50 de la víspera, mientras aguardaba una ambulancia de Siet para controlarlo.
Nadie entendía nada. Pero a medida que la gente que estaba en la plaza se interiorizó sobre Hugo Gordillo, ese personaje que llegó corriendo en silencio en lo que parecía una locura, comprendió que el haber salido el viernes a las 8 de la mañana desde Montevideo con el objetivo de llegar a nuestra ciudad, corriendo no era una locura.
No lo era, aunque sí pareciera, porque el motor de esa locura era la remera que tenía puesta y las decenas de corazones que hacían fuerza en Montevideo. “Corremos por los niños con cáncer, campeones de la vida”, rezaba la remera, que brilló con cada foto que la gente, la misma que no tenía idea quién era ese personaje, pidió para sacarse con él.
“¡Mirá que no huelo bien, porque hace tres días que no me baño!”, avisaba a quienes ya dejaban de ser curiosos, sino admiradores. Y no faltó quien le ofreciera, sin siquiera conocerlo, su casa para darse una ducha, aunque el trámite se cumplió gracias a la colaboración del Hotel París.
Hugo conoce de esto de correr largas distancias. Ha competido en diferentes puntos del país, y de una exigente prueba en Grecia, pero hoy admite que “correr por una medalla o trofeo no vale la pena”.
Hoy intenta despertar conciencia, corre para que los empresarios y todos los uruguayos se sensibilicen ante los niños con cáncer. Aunque, lamentablemente, reconoce que cada vez corre más solo.
“Salí el viernes a las 8 de la mañana desde la plaza Cagancha. Pasé por el Hogar Campana, en 18 y Bulevar, por el Pereira Rossell, y retomé por 18. Agarré los accesos, Ruta 1, la 11 y después las 3. Fue realmente duro, fueron en total 400 kilómetros, pero mañana vuelvo a trabajar”, dijo el taxista que, más allá de la voluntad, seguramente no se moverá todo el día de la cama en la jornada de hoy.
“Está todo en la cabeza, y todo es por estos niños. No me importa el esfuerzo, el haber perdido cinco uñas en esta travesía. Y no es nada, porque estos niños tienen verdadera fortaleza, son los campeones de la vida, porque la pelean día a día, cuando uno a veces piensa solo en cambiar el auto”, dijo. Gordillo aseguró que no fue fácil correr a lo largo de la Ruta 3 entre los camiones, con el tránsito complicado, “porque prácticamente no hay banquina”.
Hugo corrió impulsado por el objetivo de despertar conciencia, y por esos corazones que son su motor.
Fue un recorrido duro. “Paraba cada cinco kilómetros, unos segundos para comer algo, y seguía. ¿Cuándo dormí? El viernes a la noche, una hora y media. Y después corrí con una frazada porque el frío era insoportable”, dijo mientras todavía algunos curiosos intentaban interiorizarse sobre este corredor solitario que cometió su última locura (“ya nos dijo que no lo hace más”, dijo su esposa), aunque no del todo convencido de dejar sus dos pasiones: correr y ayudar.
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