Paysandú, Jueves 09 de Octubre de 2014
Opinion | 02 Oct En las últimas horas el presidente José Mujica reconoció, al hacerse presente en el acto de inauguración de la nueva Escuela de Artes y Artesanías, en Montevideo, que siente “haber perdido” la batalla política por robustecer la UTU. Consideró en este sentido que “este presidente perdió esa polémica y la perdí con mi partido y con el resto de los partidos. Por eso decidí quedarme en la política a los 80 años”.
Las reflexiones vienen a cuento de no haber contado con los votos en el Parlamento para la creación de un nuevo organismo técnico de nivel universitario por falta de acuerdo dentro de su partido pero a la vez por haber seguido insistiendo en que el gobierno de esa universidad debía tener un carácter autónomo similar al de la Universidad de la República, es decir sin la participación de la ciudadanía a través de sus representantes políticos.
El mandatario indicó que sigue pensando que “hay que masificar el bachillerato técnico y llevar todos los oficios a cada rincón olvidado de este país. La civilización que viene es altamente tecnológica pero nunca encontré que la tecnología esté en contra de la filosofía y del arte, sino por el contrario”, e insistió en que “perdí la batalla pero no abdiqué”, según da cuenta La República.
Más allá de las habituales reflexiones filosóficas del presidente, están naturalmente de por medio las intenciones políticas, los escenarios internos y también el punto clave de llevar las ideas a la práctica, porque la plausible causa de extender la enseñanza técnica, por encima de la vieja cultura de la dicotomía liceo-UTU, aggiornándola a los tiempos que corren, debe a la vez inscribirse en una visión global del sistema educativo, con objetivos claros y atendiendo la realidad por encima de una teoría que suele ir por otro camino.
Precisamente esta perspectiva debe evaluarse en el marco de una situación adversa de la educación en el Uruguay, que se viene arrastrando desde hace varios años pero que lejos de mejorar, se va agravando, como la deserción, la baja en la calidad y menores exigencias, aunque aparece de vez en cuando algún elemento auspicioso.
Así, el Departamento de Estadística del Consejo de Educación Técnico-Profesional de la Universidad del Trabajo del Uruguay (CETP-UTU) divulgó datos sobre los estudiantes matriculados este año y su comparativo con los anteriores. Se desprende de este estudio que la matrícula en UTU creció un 37% entre 2005 y este año, pasando de 66.429 estudiantes a 90.813, lo que revela un crecimiento de la matrícula del 36,7% en nueve años.
Este crecimiento se registró en los tres niveles educativos que imparte UTU: educación media básica, media superior y terciaria, y según dijo el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Wilson Netto, en gran medida este escenario obedece a que han cambiado las preferencias de los jóvenes en sus estudios.
“Ahora los jóvenes se vinculan más a propuestas que tienen continuidad educativa, que tienen más sentido y pertenencia a los desarrollos que hay en los territorios donde habitan”, dijo Netto al divulgarse estos datos.
En 2005 en educación media superior estudiaban en UTU uno de cada siete jóvenes y hoy estudia uno cada tres. En la educación básica pasó de 10% al 20%, y según el jerarca falta poco para alcanzar la meta trazada de 100 mil estudiantes en 2015.
Pero claro, la problemática de la educación en el Uruguay no es un tema menor, y pese a que se han escrito ríos de tinta sobre el particular, y hay enfoques coincidentes en la materia, todavía se está lejos de encarar un abordaje serio y efectivo para corregir por lo menos los problemas más significativos en esta materia.
Si bien debe valorarse que los jóvenes que deciden seguir estudiando tras su paso por Primaria se vuelquen a disciplinas de carácter técnico y sobre todo de conocimiento aplicado para requerimientos en el área laboral, lo que significa una reversión muy significativa respecto al panorama de no hace muchos años, debe considerarse que también es preciso tener en cuenta para qué y cómo se forma en las áreas técnicas, y si se cumple realmente con las expectativas de jóvenes que han asumido que la enseñanza teórica tradicional en el Uruguay, de perfil humanista, teórico y abstracto, es una eterna preparación para algo que al final nunca se concreta cuando se busca algo útil, tangible y distinto.
Debe evaluarse también el aporte de las carreras cortas que se están dictando focalizadas en zonas del Interior donde predominan determinadas explotaciones que demandan mano de obra formada especialmente, como es el caso de la madera y lechería, entre otras, además de disciplinas técnicas de apoyo a la formación tradicional.
Este panorama conlleva por lo menos una forma de respuesta a una realidad que no es homogénea en el país, además, sino que como todos sabemos hay asimetrías en oportunidades en desmedro de los estudiantes de menores ingresos --especialmente del Interior--, cuando se trata del ingreso a la Universidad.
En este contexto, es frustrante que finalmente no se haya votado en el Parlamento el proyecto para robustecer la UTU, que llegó tarde y nada menos que en un momento electoral y lo que es peor, con los sectores políticos anclados en sus respectivas posiciones, por lo que seguramente la propuesta quedará para dilucidarse en el próximo gobierno.
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