Paysandú, Jueves 09 de Octubre de 2014
Opinion | 04 Oct Una campaña electoral que prácticamente todos los actores se habían comprometido desde un principio a llevarla delante de la forma más “civilizada” posible, promoviendo propuestas y contenidos en lugar de descalificaciones y críticas, se ha desvirtuado ya a esta altura y situado en niveles de otras campañas, es decir con alto contenido de pasión, de distorsión y críticas, eslóganes y estereotipos, frases hechas y verdades a medias, cuando no directamente falsedades en procura de captar al electorado indeciso.
Nada nuevo bajo el Sol, como era de esperar, entonces, pues difícilmente por simples apelaciones a la compostura y a mantener el nivel se pueda modificar de plano lo que viene como herencia cultural e idiosincrasia, e incluso los que lo han hecho con la mejor intención de cambiar la pisada se han visto arrastrados en una vorágine que va in crescendo a medida que se acerca el día del acto electoral.
Ocurre que en este fárrago de “información” que se vuelca al ciudadano al elector, hay mucho más espuma que sustancia a la hora de discernir entre propuestas posibles y promesas difíciles de cumplir, en todos los partidos, y de ahí la necesidad de apelar al sentido común y a la inteligencia para discernir el destino del voto para aquellos que no son parte del denominado voto cautivo por afinidades partidarias, simpatías y perfil ideológico, en la mayoría de los casos.
Claro, en cada campaña siempre hay elementos distorsionantes que pueden influir en ese voto, los imponderables y situaciones y circunstancias fortuitas que pueden incluso sellar la suerte en el caso de una elección reñida.
Precisamente entre los elementos que pueden calificarse como distorsionantes o de incidencia directa y que ha dado lugar a un ácido cruce nada menos que entre el mandatario José Mujica --quien por disposición constitucional debe ser ajeno a la actividad político partidaria-- tiene que ver con la decisión presidencial de recibir a seis presos de la prisión de Guantánamo, por una cuestión “humanitaria” según ha señalado el propio Mujica.
Una postura que por supuesto genera rechazo en la amplia mayoría de la población, como indican las encuestas, y que naturalmente es un flanco abierto para las críticas en plena campaña, al punto que el propio Mujica decidió postergar para después del acto eleccionario la llegada de los reclusos al país, habida cuenta del ambiente negativo en la ciudadanía.
Pero las críticas recibidas han desatado la ira presidencial y así el mandatario arremetió “al bulto” contra los detractores, en un lenguaje tan vulgar como inadecuado --no es una novedad en su caso-- y en las últimas horas hubo intercambio de durísimos reproches entre Mujica y la oposición a causa de las divergencias sobre la venida de los seis presos islamistas de Guantánamo. Mujica negó, al igual que el canciller Luis Almagro, que se haya firmado ningún acuerdo con Estados Unidos y señaló que todavía necesita despejar algunas dudas vinculadas a temas de “seguridad” antes de dar el visto bueno a la llegada, una afirmación que a su vez deja dudas en cuanto a su veracidad, habida cuenta de lo avanzado de las gestiones a esta altura. El tiroteo verbal comenzó cuando el presidente, muy enojado, dijo en Bella Unión, donde inauguró una escuela de tiempo completo, que los líderes opositores “quieren dejar a la gente sin laburo en este país”.
“En el momento en que estamos negociando la naranja de la cual vive Salto (EE.UU. abrió su mercado a los citrus uruguayos en agosto), que estamos negociando el arroz con Irán, en el momento en que tenemos dificultades con todo y estamos moviéndonos por el costado para conseguir laburo para los uruguayos, salen a romper las pelotas con esto por cuatro votos miserables. ¡Qué manga de patriotas que son! ¡Flor de patriotas son!”, acusó.
El presidente insistió en que la decisión sobre la venida de los seis presos (cuatro sirios, un palestino y un tunecino) le compete solamente a él y que si todavía no la ha tomado es porque no se han despejado todas sus preocupaciones en cuanto a la seguridad, aunque no aclaró a qué se refería. Agregó que la decisión se tomará aplicando la normativa uruguaya sobre refugiados.
Pero claro, cuando se cuestiona “patriotas” tan ligeramente porque a juicio del presidente se estaría perjudicando exportaciones a Estados Unidos, conviene tener memoria y poner todas las cartas sobre la mesa, porque por ejemplo durante la administración del expresidente Tabaré Vázquez se dejó pasar la oportunidad de la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC), lo que hubiera favorecido el intercambio comercial con el país del norte y hasta quizás salvado a Paylana por ejemplo, con cientos de empleos sólo en esa fábrica que quedaron por el camino, pero la oposición interna dentro del propio partido de gobierno impidió que se pudiera avanzar en este sentido, y en cambio se insistió con más y mejor Mercosur, con los resultados que están a la vista.
De la misma forma, cuando era oposición el Frente Amplio fustigó la instalación de plantas de celulosa que ahora está promoviendo y se destrató la inversión extranjera que ahora se busca como parte de la cultura de gobierno porque se trataba de “piratas” que tenían a robarnos nuestras riquezas.
Precisamente más allá de los “bolazos” a que alude el presidente, con particular intolerancia, en el tema específico de los presos de Guantánamo, evidentemente la forma de negociar entre bambalinas, sin informar al ciudadano, al Parlamento y a los propios dirigentes del sistema político, es precisamente la forma en que se alientan suspicacias. Además, puede que se trate de personas inocentes, pero nada ni nadie nos puede dar garantías de que esos presos que piensan cobijar en nuestro país no tienen absolutamente nada que ver con el terrorismo internacional.
Y más allá del chisporroteo electoral, sin dudas que estamos ante una decisión que va solo por cuenta del presidente, pero no a su solo riesgo, por cuanto se mete al país en camisa de once varas en una episodio que no tiene nada que ver con el derecho de asilo internacional y sí mucho de retorsión, tal vez de incluso de afán de protagonismo internacional del presidente.
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