Paysandú, Sábado 11 de Octubre de 2014
Opinion | 10 Oct La edición 2014 del Presupuesto Participativo, que comenzará a ser pago en 2015, entra en la etapa de definición de proyectos, los que deberán ser presentados en los siete distritos en que se divide la ciudad la semana que viene.
Decenas de instituciones y agrupamientos de vecinos ajustan en estos días los detalles de sus iniciativas, buscando aumentar la infraestructura de sus espacios, construir o mejorar instalaciones deportivas, adquirir elementos para el dictado de clases, o el pago de profesores, entre muchos otros proyectos.
El Presupuesto Participativo, una iniciativa que surgió hace unos cuantos años en Porto Alegre, se ha extendido por la región, como un instrumento de democratización de las decisiones de uso de los dineros públicos. Si bien los fondos destinados no son realmente significativos dentro de lo que es un Presupuesto departamental, al menos otorgan a los vecinos la oportunidad de determinar cómo invertir y dónde hacerlo.
En general, el Presupuesto Participativo pone a disposición de instituciones barriales, de servicio y vecinos que trabajan en lugares generalmente con carencias sociales, promedialmente entre 60.000 y 80.000 pesos, en varias partidas que se pagan a lo largo de un año, aunque a veces los plazos se extienden más allá.
La fuerza del Presupuesto Participativo radica en que se le da al vecino el poder para decidir qué hacer con una parte menor del Presupuesto departamental. Hay quienes definen proyectos de acuerdo a sus necesidades. Y la población en general tiene la oportunidad de apoyar con su voto las mejores iniciativas.
La debilidad del programa, en tanto, radica en que los gobiernos departamentales los utilizan para reducir sus inversiones directas. No condice con la intención original que un proyecto tenga como objetivo la compra de materiales para el dictado de clases, por ejemplo. O para la compra de implementos de cocina para hacer funcionar un comedor o un merendero.
No son esas las inversiones que debería apoyar el Presupuesto Participativo. Su gran importancia está en que puede permitir transformar un barrio o una zona, con nueva infraestructura que los vecinos necesiten y de la cual pueda beneficiarse la comunidad.
Porque además, en el caso de aquellos proyectos destinados a satisfacer las necesidades diarias, si no ganan, quedan a la deriva. No hay quien les brinde el apoyo que realmente necesitan para poder seguir manteniendo el comedor, merendero o farol comunitario, por citar solo algunos ejemplos.
El Presupuesto Participativo necesita una revisión, lo que al mismo tiempo implica un rediseño del Presupuesto departamental, que debe contar con recursos propios para poder comprar unos ventiladores para que la actividad no se detenga en verano, o comprar hojas y lápices de colores para que los niños de una zona carenciada aprendan a pintar.
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