Paysandú, Miércoles 15 de Octubre de 2014
Opinion | 10 Oct La reciente muerte de una persona en Estados Unidos, y el contagio de una enfermera española, han obrado en las últimas horas como detonante de un nuevo grado de alerta mundial por la epidemia de ébola surgida en África, que ya lleva miles de muertos, y da la pauta de que en este mundo globalizado e interconectado con diversidad de formas la amenaza de expansión debe tomarse en serio.
El mes anterior la Organización Mundial de la Salud (OMS) había decretado una emergencia de salud pública de “alcance mundial” e instó a la comunidad internacional a movilizarse contra la epidemia desatada en el oeste de África, y en este sentido el comité de urgencia de la OMS considera “de forma unánime que se dan las condiciones” para declarar “una emergencia de salud pública de alcance mundial”.
De acuerdo a lo manifestado por la directora general de la organización, Margaret Chan, ante una situación que se agrava, “una respuesta internacional coordinada es esencial para frenar y hacer retroceder la propagación internacional del ébola”.
No es frecuente que la OMS lance un alerta de estas características, pero estamos ante una epidemia que ha dejado desde principios de año numerosas muertes entre los miles de casos detectados, al punto que es la “más importante y la más severa” en cuatro décadas.
Si bien el comité excluyó imponer restricciones sobre los viajes o el comercio internacional, indicó que los “estados deben prepararse para detectar y tratar los casos de enfermos” y “facilitar la evacuación de sus ciudadanos, en particular el personal médico, expuestos al ébola”.
Mientras tanto en Europa, la infección con ébola de una auxiliar de enfermería en España, primer caso fuera de África, suscita nuevos temores de propagación del temible virus y llevó a Bruselas a pedir explicaciones al gobierno español, en tanto han sido aisladas las personas que han tenido contacto con la enfermera, incluyendo familiares, haciendo un total hasta ahora de 52 personas bajo vigilancia.
Es que como todos sabemos, estas enfermedades de alta tasa de contagio suelen extenderse a ritmo exponencial, y no puede extrañar la alarma generada en España y países cercanos, al punto que decenas de médicos y enfermeras se manifestaron fuera del hospital exigiendo más información sobre cómo se contagió la mujer, pese a las medidas de seguridad establecidas.
Además, ha llamado la atención la laxitud que se ha puesto de manifiesto en Estados Unidos, cuando no se hizo un seguimiento de una persona que había viajado recientemente desde Liberia y presentaba cuadros asimilados a la enfermedad, que sin embargo fue dado de alta prematuramente sin que se adoptaran las medidas de seguridad y protocolo ya establecidos a esos efectos, con resultado fatal.
Una jerarca de la Organización Mundial de la Salud advirtió que es posible que aparezcan nuevos casos de ébola en Europa, pese a lo cual descartó una epidemia, y reconoció que “es bastante inevitable que tales incidentes sucedan en el futuro por los viajes entre Europa y los países afectados”.
En el Uruguay, mientras tanto, ante el riesgo de que puedan aparecer casos de esta enfermedad, el Ministerio de Salud Pública instala un plan de contingencia para actuar ante la posibilidad de casos, y en este sentido la ministra del ramo, Susana Muñiz, dijo que ante la propagación del virus en el mundo y el alerta de la OMS un prestador de salud privado ya está preparado para recibir posibles casos de ébola, pero además “se está viendo la posibilidad de crear más laboratorios de este tipo en el país”.
La mayor preocupación del MSP se centra en que alguna persona que haya contraído la enfermedad ingresase por el Aeropuerto de Carrasco, y en esta eventualidad se ha dispuesto una ambulancia preparada para que el potencial infectado sea trasladado al Hospital Militar o al prestador privado de salud.
Pero los controles en los pasos de frontera de nuestro país son bastante laxos, y solo consisten en llenar un formulario donde se informa sobre los países que han visitado en las últimas semanas los pasajeros, pero si provienen de la zona de riesgo de África debe pasar por el control médico de frontera.
Debe tenerse presente que el virus ébola se transmite por contacto directo con sangre, líquidos biológicos o tejidos de personas o animales infectados y provoca una fiebre acompañada de hemorragias, vómitos y diarreas. Su índice de mortalidad varía entre un 25 y un 90%, y si bien fue detectado hace ya varios años en lugares puntuales de África, en su momento se logró que los focos estuvieran concentrados en determinadas áreas, pero nunca se pudo erradicarlo.
A la vez, si bien en Sudamérica los enlaces con África no son tan densos como lo son con Europa y Estados Unidos, tenemos un contacto mayor a través de Brasil, que está mucho más cerca que el resto del subcontinente de la punta oeste de África, donde precisamente tienen mayor presencia los brotes de ébola.
Por lo tanto, existen factores de riesgo agravados por nuestra cercanía con Brasil y la de éste con el cono africano, lo que potencia las probabilidades de contagio por estas latitudes, cuando además en un mundo globalizado todo está en pocas horas al alcance de la mano y no hay barreras físicas ni sanitarias cien por ciento seguras.
Es de recibo por lo tanto que el Ministerio de Salud Pública y los prestadores de salud en general actúen coordinadamente y pongan las barbas en remojo, con un plan preventivo y operativo bien aceitado, a tono con esta alerta epidemiológica, que aunque todavía esté lejos, puede alcanzarnos en un abrir y cerrar de ojos, con imprevisibles consecuencias.
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