Paysandú, Miércoles 15 de Octubre de 2014
Locales | 14 Oct Aunque el tema fue abordado en esta columna al culminar el mes anterior, su muy grande y conocida trascendencia sugiere volver a señalar su gravedad, con la esperanza de que tal insistencia no sea algo indiferente para lograr que se le aborde con eficacia, máxime si se tiene presente que lo más importante a su respecto es que llegue tal momento que ha de abrir muy prolongado e intenso lapso en la actividad de las autoridades. Por tanto, el presente comentario ha de ser breve, pues no requiere su propósito larga exposición.
Dos son los problemas fundamentales que afectan el mal estado de muchas carreteras nacionales: la incidencia que para aumentar mucho su uso y paralelamente afectar su conservación ha tenido, ya desde hace décadas, el mal estado de los servicios ferroviarios, y la desfavorable incidencia que ha tenido para su buen mantenimiento el incremento del transporte de madera en ciertas zonas. Ello ha afectado en forma creciente las carreteras en general, y más intensamente en algunas zonas del país, y obviamente el progresivo aumento del requerimiento de los transportes carreteros no ha podido evitar que se incremente. Tal situación, ciertamente grave, no tiene posibilidades de empezar a ir hacia una situación de mejoramiento mientras las autoridades no afronten con decisión y eficacia la rehabilitación de los servicios de los ferrocarriles nacionales, pero la decisión que al respecto se adopte con firmeza no ha de ser sino el punto de partida de un proceso que insumirá muchos, muchos años, por el volumen de lo que hay que mejorar en materia de reconstrucción de vías, y también, en cierta medida, de nuevo material rodante, sumado ello también progresivamente a un eficaz proceso de coordinación con los demás servicios de grandes transportes.
Mientras tal proceso de rehabilitación ferroviaria se desarrolle el incremento del transporte por las carreteras continuará con intensidad, y también continuará la afectación de sus pavimentos, pero por lo menos se habrá comenzado algo que desde hace décadas está fuera de la atención oficial.
Reiteramos lo dicho en el anterior comentario: el transporte de grandes volúmenes requiere una política muy eficaz para asegurar que todos los medios que lo atienden, carreteros y ferroviarios, funcionan con normalidad y puedan actuar debidamente coordinados.
Ello ha de insumir la inversión de muy alto caudal de recursos financieros, también ha de requerir mucho tiempo para alcanzar los óptimos resultados que son necesarios, pero es algo indispensable que reclama la aplicación de fórmulas adecuadas para lograr las soluciones que el país necesita y a las cales no debe renunciar por las muy desfavorables consecuencias que ello le aportaría.
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