Opinion | 13 Oct “Chamuyar” a los indecisos y convencer nuevamente a los “enojados” es la tarea que se ha impuesto el partido de gobierno para torcer algunos resultados que muestran las “fotografías del momento” o también denominadas encuestas. Más allá de lo ocurrido en Brasil y el peso argumentativo que ejerce comparar lo que se decía antes de la votación; que mostraba a la candidata Marina Silva en claro ascenso y disputando la presidencia, cuando en realidad los resultados demostraron que el socialdemócrata Aécio Neves es quien protagonizará el balotaje, demuestra que es evidente la desconfianza en el escenario actual.
Algunos enojados por la inseguridad, educación, salud o los impuestos y otros indecisos por las mismas razones, están en la mira del último tramo de la campaña.
El punto es encontrar a quiénes se reconozcan en uno u otro banco, si –como vemos-- esos resultados son dinámicos y presentan a un electorado bastante poco atraído por los diversos mensajes e incluso a brindar una respuesta clara en las compulsas.
Un aspecto a relevar en la población encuestada es el necesario cambio generacional que se ha observado, donde el sentido de pertenencia variará, en tanto ya no se aprecia el enfoque caudillista ni tampoco el apego a una divisa por la cual se votará el resto de su existencia. Como ocurría con las generaciones anteriores.
“Pescar dentro de la pecera” es un mal del que adolecen todos los partidos y en ocasiones se confirma el olvido a un electorado de gran importancia, tal como es la generación nacida post-dictadura, pero fundamentalmente a comienzos de los años de 1990.
Es un electorado que creció en democracia y al que no han logrado demostrarle las diferencias entre igualdad y equidad, que por cierto tienen una raíz común pero objetivos diferentes. O como se ha reiterado en alguna oportunidad: “la igualdad es ética y la equidad es política”.
Es, incluso, una población cuya patria es el planeta y sabe que la globalización no es un asunto de la actualidad, que las oportunidades se encuentran en cualquier lugar y que las puertas no se golpean con la esperanza de lograr entreabrirlas.
A ese electorado, que no es poco y tal vez decida, se han olvidado de llevarle un mensaje bajo otro formato que no incluye el “chamuyo” ni el convencimiento para mejorar un estado de ánimo que pase del enojo a la conformidad. Tampoco le han hablado de acuerdo a su edad. No son personas que puedan comparar hacia atrás porque no tienen tanto tiempo vivido y son, además, ciudadanos acostumbrados a que “el tiempo es hoy”.