Paysandú, Jueves 16 de Octubre de 2014
Opinion | 14 Oct En un contexto de fuerte desarrollo de grandes emprendimientos industriales, con eventual potencial contaminante, la prevención estratégica en materia ambiental incorporando la dimensión territorial, resulta una necesidad para la gestión de los desarrollos existente y, especialmente de cara hacia el futuro.
En los últimos años se ha registrado en nuestro país niveles de inversión sin precedentes en sectores con impacto directo sobre el ambiente y los recursos naturales, lo que colocó el tema ambiental con mayor relevancia en la conciencia y en la agenda pública.
Hoy parece haber quedado muy lejos la polémica y controversia con Argentina respecto a la instalación de la planta de celulosa de UPM en Fray Bentos. Sin embargo, la actividad de control y monitoreo ambiental a esta industria es permanente.
Lo mismo ocurre respecto al proyecto de inversión récord en la historia del país, Montes del Plata. Esto requirió, requiere y requerirá una intervención directa, continua e importante para su concreción y control, a los efectos de dar sustentabilidad a la actividad para el futuro del país.
De alguna medida, la instalación de estos grandes emprendimientos llevó a que el gobierno nacional reforzara la capacidad técnica y operativa de la Dirección Nacional de Medio Ambiente, con la asignación de mayor presupuesto.
Entre 2010 y 2014 se aprobaron 56 Evaluaciones Ambientales Estratégicas de distintos Instrumentos de Ordenamiento Territorial.
Esto implica un cambio en la forma de ver y abordar el tema ambiental, ya no sólo desde la evaluación de los efectos que puedan generar los modelos de desarrollo propuestos, sino en la incorporación de la dimensión ambiental desde un enfoque preventivo estratégico.
En la misma línea, se ubica el desarrollo de instrumentos que permiten la conservación de los recursos naturales, como el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).
La instalación de una planta desulfurizadora que reducirá a niveles óptimos la cantidad de azufre en los combustibles; la implementación de un plan de uso y manejo de suelos que predice la pérdida de partículas sólidas de suelo por erosión; el cambio en la matriz energética, con una fuerte apuesta a la energía eólica, que permitirá que en 2015 el 90% de la energía provenga de fuentes renovables, son nuevos desafíos en materia de prevención y control ambiental.
A la vez, marcan a necesidad del próximo gobierno que resulte electo deberá atender el trabajo realizado y las necesidades actuales a la hora de destinar presupuestos para atender la responsabilidad institucional de una Dirección y un Ministerio que requieren herramientas y personal técnico altamente capacitado no solamente para controlar y modernizar procesos sino también adelantarse en el diseño de políticas ambientales preventivas y fortalecer el marco legal para que el Estado esté en condiciones de brindar las garantías necesarias para que la calidad de vida de los uruguayos continúe incluyendo un ambiente saludable.
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