Opinion | 20 Oct Ayer fue el Día Mundial de Lucha contra el cáncer de mama y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado informes año tras año, donde continúa ubicando a Uruguay entre los 34 países con mayor incidencia de esta patología en el mundo.
En una población de poco más de 3.300.000 habitantes, confirmar que se detectan entre 1.500 y 1.800 casos anuales, de los cuales 600 resultan en el fallecimiento de la paciente, es hablar francamente de un problema que --además de sanitario-- se ha transformado en un aspecto cultural. La tendencia de la mortalidad ascendente y su incidencia prácticamente duplica la de pulmón en hombres.
El último informe “Cáncer de las Américas” de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), correspondiente a 2013, señaló también que “el alto número de cáncer de mama y de cuello de útero en América Latina y el Caribe es muy inquietante”, fundamentalmente porque el cáncer cervicouterino es fácil de prevenir y el de mama permite una detección temprana. La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer argumentó que “esta dolencia es la principal causa de muerte en los países menos desarrollados” y según los expertos, el cambio hacia estilos de vida propios de los países industrializados en los estados en vías de desarrollo provoca un aumento de enfermedad.
El médico José Parada, radiólogo ecografista especializado en patología mamaria, dijo que ante este escenario, en Uruguay deberían efectuarse unas 600.000 mamografías al año, pero se realizan la mitad. Incluso confirma la existencia de un aspecto cultural que lleva implícita una obligación: a partir de los 40 años, las mujeres deben controlarse bianualmente para obtener el carné de salud.
Para el director del Instituto Nacional del Cáncer, Álvaro Luongo, estas cifras que “podrían parecer alarmantes”, en realidad conllevan una buena noticia en relación al diagnóstico y tratamiento sanitario, que en otras poblaciones pasan desapercibidos.
Más allá de todo, el Informe Mundial del Cáncer correspondiente a 2014 afirma que en los próximos 20 años se espera un aumento del 70% y ubica a Uruguay en el tercer lugar del mundo, por la cantidad de fallecidos cada 100.000 habitantes como consecuencia del cáncer. El pronóstico de la organización líder en investigación oncológica no predice una mejoría en el futuro y calcula que en 2025 se llegue a 25 millones de casos.
El cáncer de pulmón encabeza la lista de diagnósticos, con 1,8 millones o casi 13% del total mundial, seguido por el cáncer de mama, con 1,7 millones. El más mortífero sigue siendo el de pulmón, con 1,6 millones de fallecidos por año.
Claro que estas cifras deben acompañarse por miles de millones de dólares en costos de atención, en países con ingresos medios y bajos. Casualmente, Uruguay.