Paysandú, Miércoles 22 de Octubre de 2014
Opinion | 18 Oct La diversificación y reducción de vulnerabilidades en el intercambio comercial es un objetivo que debe figurar entre las prioridades de todo gobierno, y en el caso de Uruguay, es notorio que su inclusión y desenvolvimiento en el Mercosur deja amplio margen para los cuestionamientos y seguramente más en el debe que en el haber a la luz de la experiencia de los últimos años, por culpas propias y ajenas.
Por cierto uno de los aspectos en el debe, además de la falta de organicidad, de la violación consuetudinaria del espíritu y la letra del acuerdo por Argentina y Brasil, sin tener en cuenta la opinión y derechos de los socios más pequeños, es precisamente el buscar mecanismos de integración y complementación que deberían figurar entre los primeros ítems a llevar a cabo, más allá del convencimiento real de la importancia del acuerdo y de la trascendencia de éste por el episodio coyuntural de quien esté en el gobierno.
Hay puntos de vista todavía encontrados respecto a la situación de Uruguay en el bloque y la propia región, e incluso en la relación bilateral con la Argentina, que ha sido nuestro principal socio comercial durante muchos años, pero que presenta serias dificultades a través de la aplicación de políticas proteccionistas por las administraciones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, debido a la falta de divisas.
Según la evaluación de los economistas Javier de Haedo y Gabriel Oddone, nuestro país logró en buena medida desacoplarse de sus vecinos Argentina y Brasil, pero consideraron que sin nuevos proyectos de inversión eso no es sostenible. Por ejemplo, según Oddone en la última década hubo “un viento de cola espectacular”, en la que “la gestión económica redujo vulnerabilidades”, que ha permitido por ejemplo que exista un nivel de reservas importante, que se desdolarizó la deuda, se recuperó el grado inversor en 2012, que se ha invertido más en infraestructura y que la depreciación de la moneda se puede realizar de manera ágil.
Evaluó que en ese período Uruguay se desacopló en términos regionales respecto del crecimiento, pero que si no hay nuevos proyectos de inversión no puede mantenerse más allá de 2016, a la vez de acotar que “hoy el escenario externo es negativo y comparado con otros países de la región”. A su vez se presenta un escenario complejo en Brasil y Argentina, donde la economía se desacelera, se estanca e incluso puede caer.
Pero claro, el “desacople”, no es tan fácil y por ejemplo De Haedo destacó que “la relación con Argentina sigue siendo extraordinariamente relevante”, al punto que “hay 500 millones de dólares que si no se exportan a Argentina no se los exporta a nadie y que tienen que ver con la industria intensiva uruguaya”, a la vez de considerar que “la dependencia de Uruguay es más grande con respecto a Argentina que a Brasil y la situación de los vecinos amplifica los shocks externos”.
Igualmente, consideró que en la actualidad no hay canal financiero de posible contagio desde Argentina, como ocurrió en 2002, y que ha sido posible gracias a un acuerdo de tres gobiernos sucesivos que ha tenido nuestro país, y que ha hecho que la relación económica entre los dos vecinos del Plata se parezca más a las de los años 80 que a la de principios de 2000.
En esta evaluación regional ambos economistas han considerado que el Mercosur ha dejado de ser efectivo, pero que no hay que pensar en abandonarlo sino pensar en un “además del Mercosur”, reformar el vínculo con la Alianza del Pacífico y avanzar en las negociaciones con la Unión Europea.
No puede soslayarse además que el Uruguay va a tener un “viento de frente” desde la Argentina, cuyo panorama económico para este año es muy comprometido y también para el año que viene.
En la misma línea el presidente José Mujica criticó el modo de integración comercial de los países de América Latina, e incluso sentenció que “hay un fracaso político, porque hay muchas reuniones de carácter internacional y no sale nada, o lo que sale a veces no se respeta”.
El mandatario apuntó que en América Latina los países se quieren integrar, pero que en paralelo se practica el proteccionismo entre ellos mismos, y sentenció que “nos estamos pegando un tiro en los pies, estamos fracasando en el campo político”, en tanto con referencia al Mercosur sostuvo que “no leemos ningún interés en irnos del Mercosur pero no tenemos ningún interés en permanecer vegetativamente”.
Hizo hincapié en que en el mundo existen no menos de 350 tratados de libre comercio, y que “cuantos más tratados bilaterales hay, más difícil es vender para los que están afuera de ese tratado.
Además, cuando uno se encuentra dentro de un tratado, como nosotros en el Mercosur, tampoco se tiene un libre acceso a los mercados que hicieron el tratado”, advirtió.
Pues ese es precisamente el tema, el que estamos metidos en un corsé de algo que no es ni chicha ni limonada, porque a la vez de no funcionar internamente, nos limita severamente en la concreción de acuerdos bilaterales, como fuera en su momento un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que fuera descartado por la postura de los sectores radicales del Frente Amplio, que llegaron incluso a ir a buscar el rechazo oficial del gobierno del Brasil a la aspiración uruguaya.
Y el desafío de la diversificación a que se refieren los economistas precisamente pasa por tener cintura para concretar acuerdos bilaterales y a la vez hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que pueda concretarse el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea, de forma de contar con aranceles preferenciales que permita que producciones como los cítricos, entre otras, no sean desalojadas de los mercados por los de aquellas naciones que sí cuentan con estas preferencias consagradas en acuerdos.
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