Paysandú, Jueves 23 de Octubre de 2014
Opinion | 19 Oct El 22 de setiembre, en el móvil “Águila I” de Radio Patrulla, con funcionarios policiales a cargo del cabo Rodolfo Mauricio Belotti Leguina, se salvó la vida de un bebé que dejó súbitamente de respirar al trasladarlo en dos minutos desde su casa hasta el Hospital Escuela del Litoral debido al nosocomio no disponía de ambulancias, en el tercer caso consecutivo de esas características ocurrido en Paysandú. En realidad, el caso del bebé fue el tercero tomar estado público debido a su gravedad, pero, como lo comentara con total naturalidad al día siguiente el propio cabo Belotti, estas “colaboraciones” con el hospital constituyen moneda corriente.
Al mismo tiempo que el cabo Rodolfo Belotti era tratado, merecidamente, por la prensa como un verdadero héroe, la directora interina del Hospital Escuela del Litoral afirmaba que lo que sucedió “para nosotros no fue nada extraordinario, sino que se trata de una situación conocida por todos”.
Por otra parte, un responsable de los servicios de emergencia privados se encargó de recordar que el convenio vigente para la asistencia de urgencias comprende solo a aquellas que se produzcan en sitios públicos. En definitiva, en un interminable juego de “tire y afloje”, cada una de las partes exhiben públicamente sólidos argumentos para deslindar responsabilidades y explicar por qué no brindaron --en el caso aludido-- asistencia médica a un bebé sietemesino que no respiraba.
Los únicos que no tienen la posibilidad de jugar ni mucho menos de deslindar responsabilidades son el cabo Belotti (quien, cabe aclarar, jamás planeó ni pidió salir por televisión), y los demás policías –“héroes” anónimos-- que no tienen derecho a quejarse cuando se los obliga a asumir una función que, sin embargo, no les corresponde.
No obstante, lo más insólito es que ninguna autoridad parezca tener en cuenta las graves consecuencias administrativas y judiciales a las que se verían expuestos, con pobres posibilidades de defenderse, el cabo Belotti y los demás héroes anónimos, en caso de sufrir cualquier fatalidad durante sus hazañas diarias.
Porque seguro los harán responsables si un accidentado queda parapléjico porque fue movido por un policía que debió hacer de paramédico, o si un “paciente” fallece o queda con secuelas permanentes por una “mala praxis” que nunca quiso hacer. Por eso son héroes ciudadanos, héroes de la cuerda floja.
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