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Paysandú, Sábado 25 de Octubre de 2014

Más que luz

Opinion | 21 Oct Uruguay es el primer país de América Latina que tiene todas sus escuelas con energía eléctrica y conectividad. La última de esta afirmación podría parecer la más novedosa o destacada, sin embargo, no es un hecho menor que todos los centros de enseñanza primaria cuenten con acceso a la energía eléctrica, ya sea que se encuentren ubicados en las ciudades capitales, como las pequeñas localidades o el interior profundo.
Con un acto realizado recientemente en la Escuela Rural N° 37, de Paso de las Carretas (Tacuarembó) finalizó el proyecto “Luces para aprender Uruguay”. 
En este caso, la finalización del proyecto significó el logro de un objetivo no sólo importante, sino largamente esperado por muchas comunidades rurales del país: las 82 escuelas rurales que faltaban ser electrificadas, cuentan ahora con luz eléctrica y conectividad.
Estas escuelas fueron las últimas de un grupo de 1.106 que en 2005 no contaban con electricidad por hallarse a más de 5 kilómetros de las redes de tendido eléctrico.
El proyecto fue promovido por la ANEP a partir de una iniciativa de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), la Fundación Elecnor y UTE, con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura y el Plan Ceibal.
Su objetivo fue contribuir al mejoramiento de la calidad de la educación, y a la optimización de los procesos de aprendizaje y comunicación, a través del desarrollo de cinco componentes, tales como la provisión de energías alternativas, la conectividad, la formación docente, el desarrollo comunitario y la sostenibilidad.
Para niños como los 3 alumnos de la Escuela Rural 37, contar con energía eléctrica no sólo significa poder alumbrarse en las noches o con una heladera sin preocuparse por la recarga de la batería, sino también ampliar sus horizontes en el acceso a la información y su vinculación con el mundo.
La educación es un derecho inalienable y debe llegar a todos los habitantes del país. Sin embargo, el acceso a un derecho es un tema diferente y su ejercicio pleno depende generalmente de una serie de condiciones referidas al contexto de las personas. Para un escolar del medio rural, la posibilidad de acceso permanente al uso de las tecnologías, Internet --e incluso artefactos eléctricos importantes para la vida cotidiana-- implica también acceder a nuevas oportunidades de aprendizaje y comunicación y, con ello a una educación de mayor calidad.
En el aula, los maestros podrán desarrollar nuevas propuestas pedagógicas para las que antes existía una limitación tecnológica. En la vida cotidiana, el cambio será muy importante en un contexto en que años atrás contar con luz eléctrica y agua potable en algunas escuelas eran casi bienes suntuarios. Esto significa también acortar brechas, promover la inclusión social y favorecer la integración social y comunitaria.


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