Paysandú, Miércoles 05 de Noviembre de 2014

Siempre mejor la prevención, antes que el drama

Opinion | 30 Oct Ayer se conmemoró el Día Mundial del Ataque Cerebral o Accidente Cerebro Vascular (ACV), instancia en la que la Comisión Honoraria de Salud Cardiovascular informó que en Uruguay esta patología es la principal causa de muerte dentro de las enfermedades vasculares y ha superado a los fallecimientos por enfermedades isquémicas del corazón.
Así, en 2012 murieron 2.542 uruguayos por ACV, o sea siete personas por día, de las cuales cuatro eran mujeres, lo que indica un porcentaje mayor de personas del sexo femenino que en décadas anteriores, al punto que este año la campaña mundial se centra en el riesgo del ataque cerebral en la mujer, al tratarse de una población con mayores riesgos de sufrir esta patología, en tanto seis de cada diez ACV ocurren en el sexo femenino.
Sería un elemento de extrema simpleza e inexactitud, extrapolar porcentajes directamente sin tener en cuenta una serie de consideraciones, que indican que se trata fundamentalmente de un problema que se da a medida que se va avanzando en edad, y que al igual que el cáncer y otras patologías, al darse en amplio porcentaje en personas a partir de los 65 años, promedialmente con la mujer viviendo más años que el hombre, se explica la incidencia en porcentajes por efecto de que con los años se incrementan las posibilidades.
Como es el caso de gran cantidad de enfermedades que afectan a la humanidad, hay factores genéticos que influyen en cuanto a predisposición para sufrirlas, a lo que se agregan factores de riesgo que incorpora la propia persona en cuanto a hábitos alimenticios y de trabajo, con alta incidencia de estrés, pero también por un marcado sedentarismo y muchas veces falta de ámbitos adecuados para desarrollar determinadas actividades de esparcimiento en el caso de la tercera edad.
Los factores hereditarios o genéticos no se pueden soslayar en cuanto a incidencia, pero sin dudas que lo que refiere a la prevención para retardar o evitar las manifestaciones de estas patologías queda en manos de nosotros, porque por más que se haya avanzado en cuanto a tratamientos siempre prevenir es mejor que curar, cuando se puede, y es en este aspecto en el que se debe poner el énfasis, más allá de la incomodidad de tener que dedicar horas al ejercicio y a prescindir de determinados hábitos adictivos o de alimentos de consumo atractivo pero perjudiciales para la salud.
En este contexto, la Sociedad de Neurología coordina acciones destinadas a la prevención y tratamiento del ACV, aspectos en el que es fundamental la información y educación de la comunidad sobre los factores de riesgo, la importancia de hábitos saludables, el reconocimiento de síntomas y signos de la enfermedad, para efectuar una consulta rápida.
Como en la mayoría de las enfermedades, la instrumentación de un tratamiento adecuado evitará secuelas invalidantes o muerte, lo que a esta altura no puede ser un secreto para nadie, y mucho menos para las personas que integran los grupos de riesgo, que deberían estar advertidas. Sin embargo según estudios nacionales e internacionales, solo uno de cada cuatro pacientes llega a tiempo al centro de salud para evitar consecuencias ulteriores.
Según una encuesta encargada por la Sociedad Uruguaya de Cardiología, las uruguayas tienen la falsa percepción de que la Enfermedad Cerebrovascular es un problema secundario y solo el 6% de las encuestadas considera a esta enfermedad como el principal problema de salud, en tanto un 3% de las mujeres consultadas lo considera la primera causa de muerte.
El rápido reconocimiento de los síntomas influye de manera determinante sobre las posibilidades de un tratamiento, tanto en el ACV isquémico, que es producido por la repentina oclusión de una arteria cerebral, o para el hemorrágico, ocasionado por la ruptura de una arteria del cerebro.
En un aspecto en que se ha avanzado sustancialmente en el conocimiento de causas y terapia, es fundamental transmitir a la población que hay que hacerse un tiempo para combatir el sedentarismo, lo que ayuda no solo para prevenir el ACV, sino para cardiopatías, enfermedades cardiorrespiratorias, diabetes, entre otras, así como contribuir a la sensación de bienestar y calidad de vida, porque no se trata solo de no enfermarse y vivir más, sino de vivir mejor.
Y si bien desde 2006 se realizan actividades de concientización en todo el mundo, donde mueren anualmente más de 6 millones de personas debido a un ACV y más del 80% vive en países de bajos y medios ingresos, millones de personas llegan a los centros de atención de salud tarde porque han desconocido primero las medidas sencillas de prevención a que nos referíamos, pero también porque han ignorado síntomas comunes que son manifestación de una ACV en proceso. Es cierto, debe tenerse presente que por regla general los seres humanos nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, como bien sostiene el dicho popular, y que por inercia solemos desestimar el grito de auxilio de nuestro organismo porque estamos enfrascados en cosas que creemos importantes e impostergables, para encontrarnos que por esta actitud podemos perderlo todo de un momento a otro.
De ahí que ante esta actitud siempre es de recibo que se siga insistiendo con el “día de” para sensibilizar a la población sobre la necesidad de hábitos saludables y minimizar factores de riesgo, así como sobre la importancia de la consulta precoz, de forma de ver si por fuerza de la repetición y la concientización se obtienen respuestas que permitan mejorar el escenario, porque de alguna forma hay que llegar a los grupos que todavía son reticentes a estas recomendaciones.


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