Paysandú, Viernes 07 de Noviembre de 2014
Opinion | 02 Nov Resulta extremadamente sencillo treparse en grupo a un puente en horas nocturnas para arrojar piedras a los vehículos que pasan por la ruta ubicada bajo el tendido. Este tipo de ataques, facilitado por factores como la oscuridad, la sorpresa y el escaso tránsito de personas a determinadas horas, últimamente ha sido indirectamente propiciado por la ineficacia de las medidas adoptadas hasta el momento para combatirlos.
Los patrullajes y la instalación de comisarías móviles en las zonas afectadas por el flagelo han constituido medidas cuyos resultados son, en el mejor de los casos, meramente paliativos; en ninguna instancia definitivos. Ejemplos más cercanos y recientes de la ineficacia de las acciones adoptadas para afrontar la problemática son los últimos casos ocurridos en Paysandú, más específicamente en El Trébol al ingreso a la ciudad y, el último, en el denominado “Puente Seco”, en el acceso Norte sobre Dr. Roldán, en el cruce con Avenida de las Américas. En esta última oportunidad, un automóvil en el que viajaban un matrimonio y un bebé de dos años fue violentamente apedreado por “desconocidos” que, poco después, se burlaron de los damnificados mediante silbidos y risotadas.
En ambos casos, a escasos metros de distancia en un área descampada se encuentran las comisarías 5ª sobre Avenida de las Américas, y la 3ª de Las Palmas, en avenida Italia al lado del Trébol. Pero, como en tantos otros delitos, la acción policial se ve restringida por el inconveniente que representa la edad de los agresores --quienes se saben impunes y actúan como tales-- y el hecho de que para la Justicia un acto de esta naturaleza es poco más que una “falta” o un delito muy menor, cuando claramente hay vidas inocentes en juego.
Más allá de las causas, lo que queda en evidencia tras estos dos últimos ataques es que los delincuentes no tienen reparo en actuar aún en las narices de la Policía, y que por lo tanto el hecho de que exista una comisaría a pocos metros no los detiene.
Lo preocupante es que hasta ahora la única respuesta que han dado el Ministerio del Interior y el Gobierno para intentar impedir que sigan apedreando vehículos en los accesos a Montevideo --allá sí es un problema “nacional” que merece ser considerado, porque ocurre a pocos kilómetros del Palacio Legislativo--, es instalar comisarías móviles en las zonas “calientes” como medida disuasiva.
La experiencia sanducera indica que la medida no será muy efectiva.
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