Paysandú, Viernes 07 de Noviembre de 2014
Opinion | 03 Nov La reducción de los niveles de pobreza en América Latina en el último decenio es considerada como una de las consecuencias positivas de la mejora en el escenario socionómico de los países de la región, al amparo de las mejoras de los precios de las materias primas y el derrame de estos recursos adicionales sobre sectores que tradicionalmente han sido postergados en cuanto a su calidad de vida y oportunidades de inserción social y laboral, fundamentalmente.
Y más allá de la situación específica en cada país, uno de los grandes desafíos que se abren en el subcontinente latinoamericano es hacer que esta mejora no sea temporal y condicionada a que se mantenga este panorama favorable en el mercado internacional para los principales productos de exportación.
En este contexto, son de recibo conceptos vertidos esta semana por la administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Helen Clark, en el sentido de que los países latinoamericanos lograron reducir los niveles de pobreza entre 2002 y 2012, pero persiste la vulnerabilidad que amenaza a 200 millones de personas.
“No cabe duda de que América Latina ha hecho progresos impresionantes en la reducción de la pobreza en la última década”, afirmó Clark durante la inauguración del VII Foro Ministerial para el Desarrollo en América Latina y El Caribe, en la capital mexicana, donde participan ministros y representantes de 32 países.
La funcionaria aseguró que Latinoamérica logró reducir la proporción de personas con ingresos menores a cuatro dólares diarios del 42% al 25% en el plazo citado, mientras que las clases medias crecieron del 21 al 34%, pero advirtió que pese a esos éxitos, actualmente unos 200 millones de personas --un 37% de la población-- son clasificadas como vulnerables, “es decir, que corren el riesgo de caer en la pobreza”.
“La pobreza es multidimensional y no se debe medir solamente con los niveles de ingreso, sino por el estado de salud, acceso a la educación, empleo, participación social, seguridad y sanidad”, afirmó Clark, lo que es precisamente un aspecto que ya tiene que ver con la sustentabilidad de la salida de esta condición para no recaer en lo mismo tan pronto cesen los factores coyunturales que han permitido esta evolución.
Coadyuva a esta precariedad que la medición de ingresos que se han incrementado para permitir esta calificación de superar la línea de pobreza toma en cuenta los aportes correspondientes a medidas asistencialistas de gobiernos de izquierda que han montado esquemas de distribución de dinero, alimentos y beneficios sostenidos con los recursos que recoge el Estado de los actores de la economía, trabajadores, pasivos y empresas, en su gran mayoría.
En cuanto al ámbito en que la representante del PNUD vertió estos conceptos, corresponde señalar que este foro es un espacio para intercambiar experiencias de diversos países que puedan ser incorporadas a la agenda de desarrollo más allá de 2015 de las Naciones Unidas. El tema central del citado encuentro es el “progreso multidimensional y el desarrollo inclusivo”, que se propone analizar diversos enfoques para superar la desigualdad social mediante instrumentos de inclusión social, equidad fiscal e instituciones eficaces.
A juicio de Clark, los países requieren adoptar políticas fiscales progresivas en favor de las personas de menores ingresos y reducir el impacto de los “impuestos indirectos” en los pobres, como son los gravámenes al consumo.
El secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade, destacó que aunque se han reducido los índices de pobreza de manera significativa, “persiste la pobreza en la región, persiste la desigualdad” y señaló que “son muchos los que reciben poco y son pocos los dueños de mucho”.
Precisó que los gobiernos deben trabajar para evitar la concentración de la riqueza y destacó que este problema no se va a resolver “por el mercado solo”, sino mediante políticas públicas adecuadas e inteligentes.
Por su parte, el secretario general para la Cooperación Internacional para el Desarrollo del Gobierno de España, Gonzalo Robles, afirmó que la prioridad para su país es fortalecer los lazos de cooperación con América Latina.
Robles indicó que actualmente todos los países de la región se esfuerzan en impulsar una nueva visión del desarrollo para superar la trampa de considerar a la pobreza sólo con el indicador de la renta y señaló que el 70% de los pobres se concentran en los países de renta media.
Explicó que si se considera como pobres sólo a quienes perciben 1,25 dólares diarios, en el mundo suman 1.200 millones de personas, pero si se incluyen los indicadores de educación, salud y calidad de vida, la cifra se eleva a 1.500 millones.
Es que precisamente la pobreza no es solo tema de ingresos, sino que refiere precisamente a la falta de oportunidades para mejorarlos desde el punto de vista económico pero también para generar mayor inserción social a partir de una mejor educación, nivel cultural y acceso a la salud y a la vivienda, como elementos esenciales en la calidad de vida, reducción de la marginación y enriquecer el tramado social que hace a una nación.
En buen romance, el asistencialismo puede servir solo para atender situaciones puntuales de determinados sectores en extrema pobreza y atenazados en esquemas de marginación, pero solo como recurso a término mientras a la vez se instrumentan políticas sociales contundentes para rescatar a las actuales y sobre todo futuras generaciones de estos círculos, a través de la educación, la capacitación, el fomento de hábitos de trabajo, el convencimiento de que cada uno debe generarse su propio sustento y promover oportunidades laborales, todo con la contrapartida del esfuerzo propio y evaluaciones periódicas en resultados.
Es una forma de uso criterioso de los recursos de todos los ciudadanos en la consecución de objetivos de integración, como verdadera inversión social en lugar de dádivas para mantener sectores cautivos y dependientes del Estado.
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