Paysandú, Miércoles 12 de Noviembre de 2014
Opinion | 09 Nov Hace algunos días, el diario “Clarín” de Buenos Aires publicó una nota firmada por Gustavo Bazzan titulada “Kiciloff da pelea por cada dólar, mientras afuera están en oferta”. Si omitimos la crítica al actual ministro de Economía de Argentina, el artículo aporta mucha información que resulta de real interés del punto de vista económico financiero local.
Sostiene el cronista: “tan solo este año, los países considerados emergentes pudieron emitir deuda en los mercados financieros por casi 100.000 millones de dólares”.
“Lo hicieron a plazos promedio de 10 años y tasas de interés que apenas superan el 6%. Se trata en total de cerca de 80 emisiones de deuda que se realizaron en lo que va de 2014. Aparecen países con similar o inferior desarrollo económico y social que la Argentina. Además, todas las emisiones coinciden en un punto: los países deciden voluntariamente someter esa deuda a los tribunales de los Estados Unidos”.
“Lo que ocurre en el mundo se explica fácil: con las tasas de interés de referencia en los niveles más bajos de la historia, sobran dólares. Y los países aprovechan el momento para tomar deuda y encarar proyectos de infraestructura (Bolivia, Paraguay, Perú) o simplemente refinanciar pasivos, como Uruguay”.
“Pero el fenómeno va mucho más allá de América Latina. En África se repiten las emisiones a 10 años de plazo y tasas no mayores al 8%. Algunos ejemplos: el 21 de abril, República Dominicana consiguió 1.250 millones de dólares, al colocar un bono a 30 años al 7,45% anual. El 8 de abril, la República Islámica de Pakistán emitió un bono por 1.000 millones, a 10 años, al 8,25%. Azerbaiyán también consiguió el 3 de abril 1.250 millones de dólares, a 10 años de plazo y al 5% anual”.
“El Salvador, que se desangró en una guerra civil hasta principios de 1990 y hoy sufre la violencia de los grupos mara, obtuvo el 11 de setiembre 800 millones de dólares, a 19 años de plazo y al 6,4% anual. Paraguay volvió a los mercados de deuda el 4 de agosto con un bono por 1.000 millones de dólares a 30 años al 6,1%.
El gobierno de Horacio Cartes está haciendo obras de infraestructura que, según dijeron testigos, están haciendo irreconocible a la ciudad de Asunción. Uruguay también se anotó con 2.000 millones, que devolverá durante 36 años a una tasa del 5,2% anual”.
Repetimos: “con las tasas de interés de referencia en los niveles más bajos de la historia, sobran dólares”. Y la pregunta que aparece es ¿Qué estamos esperando?
Bien sabido es que las necesidades de infraestructura y logística son realmente importantes en el departamento y que sólo con una financiación externa podremos afrontar esas carencias y solucionarlas en pocos años.
Recordemos a su vez que ahora los gobiernos departamentales pueden, por si mismos, contratar empréstitos como ya lo han hecho, por supuesto, Montevideo y Canelones.
A título de ejemplo y sin pretender darle el carácter de proposición nos preguntamos si no deberíamos encarar la construcción del tan postergado puente sobre el arroyo Negro, en el lugar conocido como “La Balsa”, lo que reduciría en gran medida la distancia entre Paysandú y Puerto Viejo, San Javier y la propia Ruta 24. Otro tanto ocurre con el proyectado puente colgante sobre el arroyo San Francisco en la continuación de Bulevar Artigas, lo que terminaría beneficiando no sólo a esa zona de chacras sino fundamentalmente al gran predio municipal que fuera conocido como Corrales de Abasto, el cual a su vez podría ser destinado a un desarrollo turístico termal-fluvial extraordinario.
Seguramente sería de enorme importancia el pavimentar seriamente varios caminos del interior departamental para facilitar y asegurar la circulación de los vehículos de transporte en las zonas de producción de todo tipo.
Acaso no sería descabellado construir una gran “Costanera Sur” a partir de la zona de la hoy desaparecida Playa Mayea, con un gran puente sobre el arroyo Sacra que permitiría a su vez implementar un trazado nuevo y práctico para el acceso al renaciente puerto sanducero.
Podemos mencionar “cien” proyectos más pero la intención no es proponer obras sino alertar sobre la situación coyuntural que a todas luces aparece como sumamente favorable para la financiación de esas obras. Por supuesto que los proyectos deben tener consenso de todos los partidos políticos, algo posible si se entiende que son de interés de Paysandú y de una vez por todas, elevamos un poco las miras.
Entonces, creemos que deberían integrarse dos grupos de trabajo, con representación de todos los sectores y partidos: uno que explore las posibilidades de obtener financiamiento externo y otro que defina un plan de obras muy concreto.
Paysandú necesita un impulso determinante para alcanzar un nuevo “milagro” como aquel que lograron hace más de medio siglo aquellos industriales que confiaron en el esfuerzo, ingenio y determinación de todos los sanduceros.
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