Paysandú, Domingo 16 de Noviembre de 2014
Opinion | 12 Nov La celebración en esta jornada del Día de la Industria, más allá de su carácter simbólico para el sector en un país en el que ha venido perdiendo peso desde hace ya por lo menos medio siglo, es por lo general, más allá de una celebración, una instancia de reflexión en torno a la significación de esta actividad en la economía del país, teniendo en cuenta que significa la incorporación de valor agregado y consecuente generación de puestos de trabajo de calidad e incorporación de tecnología, nada menos.
En el marco de la conmemoración de este día, la gremial del sector tiene previsto hacer un fuerte reclamo al gobierno en procura de atacar el principal “problema” que entienden está complicando sus negocios, que es la pérdida de competitividad.
El presidente de la Cámara de Industrias (CIU), Javier Carrau, indicó a El Observador que el planteo se formulará en un contexto en el que en alguna medida las perspectivas de los industriales parecen recuperarse del piso que mostraron algunos meses atrás.
“En 2005 el dólar estaba a $ 27 y por lo menos pretendemos llegar a eso, porque los costos en dólares subieron todos y más aún aumentaron en pesos”, planteó Carrau, al señalar paralelamente que corresponde encender una “luz de alerta” antes de que se profundice la caída de la producción y el empleo fabril que, hasta el momento, registró un descenso “leve”. El empresario recordó que el Ejecutivo “prometió” medidas para mejorar la competitividad en febrero de 2013, pero nunca se concretaron.
Igualmente, siempre hay coyunturas peores, y es así que a pasar del reclamo de los industriales, sus expectativas se alejaron en setiembre del pesimismo que venían mostrando, tanto para la evolución de sus empresas como sobre la marcha de la economía uruguaya, según la encuesta mensual que divulgó hace pocas horas la propia CIU.
No debe obviarse igualmente que ambas variables se encuentran aún en terreno negativo, pero aun así en el caso de las expectativas sobre la marcha de la empresa, están en su mayor nivel desde setiembre de 2012. En esa oportunidad, el número de industriales con una visión positiva estaba a la par de aquellos con perspectivas pesimistas.
En este contexto, las expectativas de los industriales en setiembre de este año permanecieron estables respecto a agosto en cuanto al mercado interno, pero mejoraron en el frente externo. Y en lo que refiere a la competitividad para la colocación de productos en el exterior, debe tenerse presente que en setiembre el dólar interbancario en Uruguay registró una fuerte suba de 4% y de 15,3% en el acumulado anual. A fines de ese mes, el dólar en la pizarra del Banco República llegó a cotizar a $ 25 para la venta. Sin embargo, en octubre perdió terreno frente al peso, para luego volver a mostrar una racha alcista en las operaciones de noviembre. Paralelamente, mientras subía el dólar, los indicadores de IPC revelaban una moderación de la inflación --tendencia que aún se mantiene--, con un IPC que en setiembre cerró en 8,36% y se alejó del umbral de los dos dígitos, lo que quiere decir que en alguna medida hay una mejora en la brecha entre los ingresos por exportaciones y los costos, suponiendo un precio estable en la cotización de los bienes que se colocan en el exterior.
La rentabilidad exportadora uruguaya repuntó en agosto y se acerca a los valores de la media histórica, aunque en los primeros ocho meses de 2014 la mejora ha sido leve, si se compara con el aumento del dólar. De acuerdo al Índice de Excedente Bruto Unitario de la Industria Exportadora, divulgado por el Banco Central, el indicador arrojó un valor de 89,58, acercándose así a la media de la historia reciente, de 91 unidades.
En la tendencia de largo plazo, se registra un fortalecimiento de la rentabilidad desde comienzos del año pasado, de 9,5%, que no alcanza a recuperar por completo la fuerte pérdida que se registró en el segundo semestre de 2012, de 13,8%, como producto del encarecimiento de la economía uruguaya para el exterior.
Igualmente, la pérdida de competitividad con la mayoría de los países del mundo, el cierre del mercado argentino para algunos rubros por las trabas de ese país a las importaciones, la merma de la demanda brasileña por el menor crecimiento económico de ese país y una desaceleración de la demanda interna, llevaron a un estancamiento del núcleo duro de la producción fabril, lo que lleva casi un año.
La desmejora fabril se dio de forma bastante generalizada en el promedio de los últimos 12 meses, ya que de los 19 sectores que componen la industria, en 12 hubo una reducción de la actividad, lo que no es poco decir, lamentablemente, en un país en el que mientras se ha reducido la incidencia de la actividad industrial, paralelamente ha crecido la de los servicios en sus diversas áreas, incluyendo al turismo, muy influenciado sí por los avatares que se dan en decisiones políticas que se generan en la Argentina, caso de la coyuntura actual.
En suma, nubarrones con escasos períodos de sol jalonan la conmemoración del Día de la Industria, y sin duda el factor que condiciona su desarrollo, más allá de limitaciones tecnológicas, de escala y de mercados, tiene que ver con los altos costos que aplica el Estado para el desarrollo de toda actividad.
Pero sobre todo la del sector de referencia, porque han crecido los salarios en dólares, como así también los insumos, incluyendo la energía y la incidencia de las cargas fiscales, lo que se traduce en precios que no resisten por regla general la competencia de países que trabajan con otros costos y otra escala.
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